LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

EE UU prepara el acceso de la URSS a la democracia y el libre comercio

Después de medio siglo de una política basada en su predominio como potencia frente a la amenaza del comunismo, Estados Unidos se prepara para incorporar a la Unión Soviética a la comunidad de naciones democráticas y, sobre todo, al campo del libre comercio, lo que en pocos años no sólo cambiará la faz del mundo, sino la del propio Estados Unidos.

De la noche a la mañana los norteamericanos han tenido que asimilar que el peligro rojo ya no existe, y que el país de donde procedían casi todas las amenazas militares probablemente se convierta ahora en un aliado político y en un soci...

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Después de medio siglo de una política basada en su predominio como potencia frente a la amenaza del comunismo, Estados Unidos se prepara para incorporar a la Unión Soviética a la comunidad de naciones democráticas y, sobre todo, al campo del libre comercio, lo que en pocos años no sólo cambiará la faz del mundo, sino la del propio Estados Unidos.

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De la noche a la mañana los norteamericanos han tenido que asimilar que el peligro rojo ya no existe, y que el país de donde procedían casi todas las amenazas militares probablemente se convierta ahora en un aliado político y en un socio económico. Si revolución es lo que ha ocurrido en la URSS, algo similar van a ser los efectos de esa revolución en las relaciones internacionales y en los intercambios comerciales.Oficialmente el Gobierno norteamericano no quiere anticiparse a los hechos. El secretario de Estado, James Baker, dijo ayer en la televisión que Estados Unidos está esperando que las autoridades soviéticas "tengan la misma determinación con las reformas económicas que con los cambios políticos". El presidente George Bush, por su parte, valoró ayer que los sucesos en la URSS van "en la dirección correcta", pero no quiso anunciar medidas precisas hasta conocer los siguientes pasos que da Moscú en relación con las reformas económicas.

Prudencia

La independencia de las repúblicas bálticas, en la opinión norteamericana, serviría para acelerar la ayuda económica occidental en cuanto favorecería la descentralización. En este tema, Washington está hasta ahora más prudente que los países europeos y no ha anunciado todavía el reconocimiento oficial de Estonia, Letonia y Lituania, aunque se espera que lo haga en muy corto plazo. "En este momento se trata de un asunto puramente formal", según declaró ayer el secretario de Defensa, Dick Cheney.

En cuando a la cooperación económica, en Washington sólo se habla, por el momento, de una ayuda humanitaria de emergencia. Un intercambio comercial de mayor alcance está condicionado, a juicio de los expertos, a tres pasos fundamentales que tienen que darse dentro de la economía soviética: la finalización del control estatal de la producción, la convertibilidad del rublo y la entrega de las tierras a propietarios particulares.

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Con esas condiciones, el sector privado norteamericano parece interesado en los negocios a los que se pueda abrir la Unión Soviética, lo que permitirá, según ha comentado el ex secretario de Estado y del Tesoro George Shultz, "una rápida expansión de las finanzas, el comercio y las comunicaciones internacionales".

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