Tribuna:EL DEBATE SOBRE LAS EMPRESAS PÚBLICAS

La cuenta atrás ha comenzado para el INI

La cuenta atrás comenzó hace tiempo para nosotros. Probablemente el reloj se puso en marcha aquel 1 de enero de 1986 cuando, por fin, conseguimos subirnos al tren del desarrollo con nuestra incorporación a la Comunidad Europea. Ahora ya sólo faltan 500 días para que el mercado único se haga realidad.Estamos, por tanto, en la recta final de un camino del que sólo saldremos airosos si concentramos los esfuerzos en conseguir que nuestras empresas hablen con voz propia en el concierto europeo.

No son pocos, precisamente, los teóricos que han dedicado buena parte de su trabajo a explicar las...

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La cuenta atrás comenzó hace tiempo para nosotros. Probablemente el reloj se puso en marcha aquel 1 de enero de 1986 cuando, por fin, conseguimos subirnos al tren del desarrollo con nuestra incorporación a la Comunidad Europea. Ahora ya sólo faltan 500 días para que el mercado único se haga realidad.Estamos, por tanto, en la recta final de un camino del que sólo saldremos airosos si concentramos los esfuerzos en conseguir que nuestras empresas hablen con voz propia en el concierto europeo.

No son pocos, precisamente, los teóricos que han dedicado buena parte de su trabajo a explicar las diferencias entre empresa pública y privada. Aunque la existencia de la empresa pública se remonta a principios de este siglo, la polémica se suscitó principalmente en el último tercio. Claudio Boada, Jiménez Nieto o Martín Mateo han discrepado con quienes, como Albiñana García, Robson o Ramanadham o Ariño Ortiz, han defendido la existencia de diferencias entre las empresas en función de la propiedad de su capital.

Éste ha sido, sigue siendo y probablemente lo sea en el futuro, un debate apasionante desde un punto de vista ideológico, un motivo de controversia política no sólo en España, sino también en Francia, el Reino Unido o Italia. Sin embargo, quienes hemos asumido el compromiso de hacer de] grupo INI una plataforma competitiva, decidimos, tiempo atrás, relegar el debate conceptual y ponernos manos a la obra para lograr que las empresas españolas, públicas o privadas, fueran más eficaces, más rentables y, en definitiva, más competitivas.

Probablemente en España hemos perdido más tiempo de] que podíamos en polémicas, en muchos casos estériles, sobre las diferencias entre el adjetivo público y el sustantivo empresa. ¿Cuál de los dos debe prevalecer?

Después de un buen número de años en el Grupo INI, he llegado al convencimiento de que las empresas no tienen sexo, no son públicas o privadas, no son de derechas o de izquierdas; simplemente, son o no son.

Éste, y no otro, es el reto que tenemos ante nosotros. Cuando estamos a punto de celebrar el 50º aniversario del primer holding industrial español se plantea una oportunidad de oro para hacer balance de lo que ha significado este medio siglo de vida, de desarrollo, de consolidación de este grupo de primera línea, en condiciones de hacer frente a sus competidores europeos.

Tejido industrial

Un análisis superficial de nuestra historia económica reciente nos permitirá observar con nitidez que tino de los grandes problemas para el desarrollo de las empresas españolas ha sido la falta de capital. La crisis que con fuerza golpeó al sistema financiero español en los años setenta dejó al Estado solo ante el peligro. O éste asumía la responsablidad de aportar capital para desarrollar un tejido industrial nacional, o, por el contrario, lo harían las multinacionales.

De esta manera, y a pesar de la parte negra de la evolución económica, se ha podido llegar a la situación actual. La crítica, legítima por cierto, a la gestión ha adolecido en ocasiones del rigor y del conocimiento suficiente.

Más allá de la cuenta de explotación, a veces no se ha reparado en la procedencia de las empresas que se incorporaron al INI y, por tanto, en el enorme esfuerzo que ha habido que dedicar a reflotar las 19 compañías privadas que en situación precaria fueron asumidas en la década de los setenta. La mitad de ellas o han sido privatizadas posteriormente o han cesado su actividad y el Grupo INI se ha visto obligado a asumir los costes de su saneamiento o liquidación.

Aunque en 1990 Babcock Wilcox -una de las empresas a las que me refería- ha obtenido 200 millones de beneficio tras muchos de pérdidas, las nueve empresas restantes del colectivo descrito que aún permanecen en el grupo -AESA, Astano, Barrera, FOARSA, FSC, ENSA, GEA, Hunosa y Figaredo- arrojan resultados agregados de 29.900 millones de pérdidas.

Estas cifras son lo suficientemente elocuentes como para darse cuenta del sacrificio que solidariamente los españoles han realizado para construir el holding público sin pestañear ante las situaciones adversas.

Precisamente hoy son muchos los grupos privados que tratan de imitar nuestro modelo, concentrando sus industrias en corporaciones que, como el INI, permitan utilizar sinergias, aprovechar economías de escala, obtener, en definitiva, todas las ventajas imprescindibles para poder jugar sus bazas en un mercado cada día más competitivo. No se trata, al menos así lo pienso, de paralizarnos por discrepancias ideológicas o conceptuales. Se trata de que busquemos la manera de devolverle a la. sociedad lo que ella nos ha dado. El beneficio no sólo es un número frío de la cuenta de explotación. También existe el beneficio del trabajo bien hecho, el beneficio de la cultura corporativa, el beneficio del servicio eficiente, el beneficio, en definitiva., del futuro. Nuevos tiempos en los que, como dice Alvin Toeflar en su último libro, El cambio del poder, el conocimiento será determinante y sólo habrá un lugar destacado para las personas-empresas-países capaces de invertir en investigación y desarrollo, en tecnología y en formación.

Recursos humanos

Así lo hemos entendido desde hace años en el Grupo INI. No hemos esperado a que el guru norteamericano terminase la obra que cierra su trilogía para caminar en esa dirección. No hemos escatimado esfuerzos en destinar significativas cantidades hacia la formación de nuestros recursos humanos.

En 1990, más de 10.000 millones de pesetas, más del 2% de nuestra masa salarial bruta, se han dedicado al desarrollo profesional de los trabajadores.

Desde hace tiempo entendimos que la motivación, la responsabilidad individual, la productividad como factor importante en la política retributiva, constituían eslabones determinantes para la Integración en el proyecto común del grupo.

Y éste tampoco es un elemento que separe o diferencie a empresas públicas o privadas, como tampoco lo son los estilos y los sistemas de gestión eficientes: como las redes de comercialización, las técnicas de diseño o la atención al medio ambiente.

Es en estos campos donde las empresas del INI han acometido importantes reformas en los últimos años. Hemos tratado de romper las viejas estructuras burocráticas para adaptarnos a las necesidades de equipos motivados y eficientes en consonancia con los intereses económicos.

Asimismo, el concepto de gestión participada está integrado en nuestra cultura empresarial desde 1986, año en que se firmó un acuerdo para permitir la participación de los representantes sindicales en los consejos de administración de las empresas con más de 1.000 trabajadores, lo que ha contribuido a que los empleados de estas sociedades conozcan mejor y se identifiquen con ja trayectoria y la situación de sus empresas.

De la misma manera hemos desarrollado uno de los sistemas más avanzados de Europa en el ámbito de la organización de los recursos humanos y de la negociación colectiva.

Es, por tanto, este último factor uno de los determinantes para consolidar al Grupo INI como interlocutor español ante los grandes grupos europeos. Nuestra es la responsabilidad de asentar sobre su capacidad un núcleo de fuerza en el que estén presentes también otros socios empresariales con el único fin de desarrollar la industria y los servicios nacionales en una Europa sin fronteras.

Sería un lujo imperdonable desaprovechar la oportunidad histórica que proporciona el INI, su capacidad para generar recursos, su potencial industrial y su preconocido poder de interlocución, si nos detuviéramos en el debate sobre la titularidad pública o privada de las empresas.

El Estado español tiene, en última instancia, la facultad y la obligación de proteger los intereses nacionales, estimulando la eficiencia de sus empresas, al igual que lo han hecho franceses, italianos, o británicos.

El papel, en definitiva, del Grupo INI no es otro que garantizar la presencia de la industria española. en la lucha feroz que los socios comunitarios están a punto de iniciar. Nuestras bodas de oro nos obligan a no perder, posiblemente, la última oportunidad, que la historia nos, brinda, y asumir el ineludible compromiso que exige el acercamiento a un mundo sin barreras económicas.

Miguel Cuenca es vicepresidente del Instituto Nacional de Industria.

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