Tribuna:

Corrupción

Los demócratas deberían felicitarse al comprobar cuánta corrupción aflora hoy a la superficie, ya que la democracia es una máquina de bombear basura y eso significa que el invento funciona a pleno rendimiento. Hay que ser muy fuerte para soportar un régimen tan duro. Comprendo que muchos añoren los tiempos suaves de la dictadura, cuando el pozo negro estaba bien tapado y sobre él los militares desfilaban. Entonces los políticos eran siempre inocentes, los torturadores más eficientes recibían el lazo de Isabel la Católica, las señoras de los estraperlistas famosos presidían mesas petitorias baj...

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Los demócratas deberían felicitarse al comprobar cuánta corrupción aflora hoy a la superficie, ya que la democracia es una máquina de bombear basura y eso significa que el invento funciona a pleno rendimiento. Hay que ser muy fuerte para soportar un régimen tan duro. Comprendo que muchos añoren los tiempos suaves de la dictadura, cuando el pozo negro estaba bien tapado y sobre él los militares desfilaban. Entonces los políticos eran siempre inocentes, los torturadores más eficientes recibían el lazo de Isabel la Católica, las señoras de los estraperlistas famosos presidían mesas petitorias bajo la música de pasacalle a cargo de la banda de la Guardia Civil. Hoy sucede lo mismo, pero nadie goza ya de aquella impunidad que se levantaba como un baluarte sólo para algunos. Ahora nadie está a salvo, puesto que la democracia también es una máquina de picar carne. Uno detrás de otro los políticos van pasando por los dientes de sierra y el público es invitado a ponderar de cerca la calidad de sus tripas. Los banqueros, artistas, aristócratas, intelectuales y flamencos forman una cuerda patética que desfila en cueros ante las metralletas de los fotógrafos mientras los reporteros toman nota de cada personaje hasta el fondo de sus gallinejas para servirlas a la gente como plato del día. Los fascistas presumen de valientes, fabrican mucha bola con el bíceps y pueden llegar con gran facilidad a la violencia. Sin embargo, no tienen la fortaleza suficiente para aceptar la naturaleza .humana tal como es. Por eso, cuando la democracia comienza a sacara la superficie todo el detritus de la sociedad y la miseria de cada alma se hace evidente, esos nuevos jóvenes que parecen ángeles vengadores tiemblan de miedo y, al no poder convivir con un régimen tan feroz, intentan destruirlo para tapar su pozo negro a toda costa. La democracia sigue siendo la forma de pasear con elegancia bajo los focos oyendo siempre el sonido de las bombas que achican las letrinas. Comprendo que la gente débil no sea capaz de soportarla.

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