Cartas al director

Igualdad y ley

Todos los españoles somos iguales ante la ley, Pero resulta evidente que ésta no nos trata a todos por igual. Entre jueces y abogados, te dejan fuera de juego, y con un proceso en el que no te dejan ser más que un espectador, y que ellos se encargan de hacer totalmente legal, se dicta una sentencia tan injusta como legal ha sido el proceso.Un fabricante del textil que presentó suspensión de pagos en 1986 me reclama, a través de una ¿empresa? aseguradora, 64.000 pesetas, importe de una mercancía defectuosa que el mismo fabricante mandó retirar de mi tienda. Lógicamente, yo pagué los recibos sól...

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Todos los españoles somos iguales ante la ley, Pero resulta evidente que ésta no nos trata a todos por igual. Entre jueces y abogados, te dejan fuera de juego, y con un proceso en el que no te dejan ser más que un espectador, y que ellos se encargan de hacer totalmente legal, se dicta una sentencia tan injusta como legal ha sido el proceso.Un fabricante del textil que presentó suspensión de pagos en 1986 me reclama, a través de una ¿empresa? aseguradora, 64.000 pesetas, importe de una mercancía defectuosa que el mismo fabricante mandó retirar de mi tienda. Lógicamente, yo pagué los recibos sólo por el importe de la mercancía que me había quedado. La aseguradora basa su demanda en un certificado de la agencia de transportes que dice haberme servido la mercancía, pero no aporta el talón firmado por mí de haberla recibido. Presenta fotocopias de los recibos pagados por parte, pero no dice el motivo de no haberlos pagado completos. El juez lo admite como prueba.

Dos de los abogados a los que acudí renunciaron a mi defensa cuando vieron que el contencioso era con una aseguradora. El tercero no contestó a la demanda y me dijo que diera 100.000 pesetas a la aseguradora y que olvidáramos el tema. No accedí y me abandonó en vísperas del juicio. Con el resguardo de la agencia de haber retirado la mercancía, voy al Juzgado número 36, donde se celebra el juicio, y lo hago sin abogado, confiando en la justicia. Se me condena, si no interpreto mal la sentencia, porque las pruebas tenía que haberlas presentado un abogado. Cuando consigo un nuevo abogado, apelo la sentencia alegando indefensión. Era octubre de 1989.

El nuevo juicio se celebró sin que nadie me avisara siquiera. Ha salido la sentencia, en la que se me condena de nuevo "sin que pueda tomarse en consideración las alegaciones de la demandada, dado en el sentido de que parte de la mercancía suministrada estaba defectuosa, pues tal circunstancia no fue alegada en el momento procesal oportuno".

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He acudido al Defensor del Pueblo. Es sintomático: cuando un fabricante del textil va a declarar suspensión de pagos, asegura sus recibos -Incluidos los que llaman "de peloteo"-, aunque no haya servido mercancía. Ahora mismo, otro fabricante que también está en suspensión de pagos me gira otro recibo asegurado, cuando yo ni pedí ni he recibido nunca esa mercancía. ¿Qué hago? ¿Sigo pagando?-

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