Crítica:MADRID EN DANZA

Tropismo cultural

Hubo un tiempo en que los coreógrafos modernos recelaban de las referencias culturales explícitas y a menudo titulaban sus obras Trabajo 15 o Sin título 3. Con ello se pretendía dejar libre al espectador para recibir el impacto de las imágenes y movimiento, huir del sambenito imitativo, y esforzarse por asentar la autonomía de la danza. Parece claro que ese tiempo ha pasado.La joven coreógrafa Elena Córdoba, prácticamente inédita hasta ahora en Madrid, presentó el miércoles en la sala Pradillo un trabajo inspirado en Las ciudades invisibles de Italo Calvino, ...

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Hubo un tiempo en que los coreógrafos modernos recelaban de las referencias culturales explícitas y a menudo titulaban sus obras Trabajo 15 o Sin título 3. Con ello se pretendía dejar libre al espectador para recibir el impacto de las imágenes y movimiento, huir del sambenito imitativo, y esforzarse por asentar la autonomía de la danza. Parece claro que ese tiempo ha pasado.La joven coreógrafa Elena Córdoba, prácticamente inédita hasta ahora en Madrid, presentó el miércoles en la sala Pradillo un trabajo inspirado en Las ciudades invisibles de Italo Calvino, como punto de partida para ejercicios de improvisación sobre relaciones personales y el procedimiento coreográfico de trabajar los movimientos cotidianos, con la esperanza de que surja la chispa. El espectáculo, que al principio parece anunciar algún interés en la fisicalidad individual y en algunas imágenes, se va desvaneciendo.

Elena Córdoba

Las ciudades invisibles. Intérpretes: lkerne Goikoetxea, Ingrid López,Alejandro Naranjo, María José Pire, Harold Zúfiiga. Música original: Pedro S. Millán. Diseño de luces: Emilio Bugallo. Escenografia: Carlos Blanco. Coreografía y dirección: Elena Córdoba. Madrid. Teatro Pradillo, 12 de junio.

Los dos hombres que participan no son bailarines; pronto su presencia estorba y se les aparta. El juego en sí tiene momentos graciosos -se echa mano de diversos objetos cotidianos; se apunta alguna frase coreográfica; se atisban posibilidades en las tres bailarinas-, pero la superposiclón de escenas carece de tensión y ritmo, la chispa no salta y todo se va disolviendo en un discreto tedio.

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