LA MAESTRANZA

Rondino quiere ser torero

Para ser torero es imprescindible tener voluntad de serlo. Después, se requieren un cúmulo de condiciones excepcionales que muy pocos atesoran, pero sin la voluntad de forjarse en la escuela de la novillería es imposible llegar a parte alguna en esta profesión. A regañadientes se puede ser oficinista o peón de albañil, pero nunca torero.El debutante Rondino dejó claro en La Maestranza que quiere ser torero, y estuvo toda la tarde, en lo que es, en novillero. Buscó denodadamente el triunfo, con valor espartano, se llevó unos pocos revolcones, se levantó siempre sin mirarse y en varias ocasi...

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Para ser torero es imprescindible tener voluntad de serlo. Después, se requieren un cúmulo de condiciones excepcionales que muy pocos atesoran, pero sin la voluntad de forjarse en la escuela de la novillería es imposible llegar a parte alguna en esta profesión. A regañadientes se puede ser oficinista o peón de albañil, pero nunca torero.El debutante Rondino dejó claro en La Maestranza que quiere ser torero, y estuvo toda la tarde, en lo que es, en novillero. Buscó denodadamente el triunfo, con valor espartano, se llevó unos pocos revolcones, se levantó siempre sin mirarse y en varias ocasiones sus enemigos le desarmaron. Pero además de eso toreó mucho y bien. A su primero, fundamentalmente, sobre la mano derecha. Hubo series de redondos con temple y buen remate. Tres espléndidos naturales y en el de pecho lo prendió durante interminables segundos por la pierna, afortunadamente sin consecuencias. El novillo, aunque noble, tenía casta y había que someterlo. Los nervios de debutante afloraron, y la faena quizá pecó de aceleración.

Cebada / El Cordobés, Carrasco, Rondino

Novillos de Cebada Gago, bien presentados y desigual juego. Manuel Díaz, El Cordobés, de Córdoba, nuevo en esta plaza: bajonazo (palmas); pasó a la enfermería, donde fue curado de una herida en la pierna derecha, con dos trayectorias de pronóstico reservado. Miguel Carrasco: estocada ligeramente caída (silencio); dos pinchazos y estocada delantera caída (silencio); dos pinchazos y estocada caída (silencio). Miguel Angel García, Rondino, de Utrera, nuevo en esta plaza: pinchazo y media caída (vuelta); dos pinchazos y media (ovación). Plaza de la Maestranza, 9 de junio. Menos de media entrada.

En el sexto, menos boyante, se la jugó a una carta, y muy cruzado le consiguió algunos muletazos de buena factura, no sin haber recibido dos volteretas antes de entrar a matar.

Miguel Carrasco no pareció que quisiera ser torero. Más bien parecía que quisiera ser filósofo, por lo que pensaba, o investigador, por la de veces que probó las cualidades de los novillos sin decidirse a torearlos como buenamente pudiera. Muy dubitativo y con poco sitio anduvo el onubense, sin justificación, sobre todo, en su primero, que fue bravo y noble.

El Cordobés parece que también quiere ser torero. Está por dilucidar si el torero heterodoxo que representó en la Fiesta su presunto progenitor o el torero eterno, por los siglos de los siglos. Recibió a su novillo con una larga cambiada de rodillas a porta gayola, para después gallear por chicuelinas con mucho ajuste. El novillo, que fue manso, le tropezó numerosas veces la muleta, siendo alcanzado en dos ocasiones y calándole en la última. Entró a matar, y doblado el novillo pasó a la enfermería por su propio pie, con una cornada de doble trayectoria de pronóstico reservado, de la que fue operado bajo anestesia general.

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