Crítica:NUEVAS MÚSICAS

El encanto de la melancolía

La música cristalina de Nightnoise, un grupo formado en la Costa Oeste de Estados Unidos por tres dublineses y un neoyorquino, está profundamente vinculada a las melodías tradicionales irlandesas, que el grupo envuelve en un halo de elegante sofisticación. Isla de esperanza y lágrimas, título de una canción de su último disco, expresa esa añoranza de Irlanda que suelo marcar las composiciones de este magnífico cuarteto.Nightnoise se beneficia del auge que ha experimentado la llamada new age en los últimos tiempos. Únicamente a la luz de dicha asimilación es posible entender que u...

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La música cristalina de Nightnoise, un grupo formado en la Costa Oeste de Estados Unidos por tres dublineses y un neoyorquino, está profundamente vinculada a las melodías tradicionales irlandesas, que el grupo envuelve en un halo de elegante sofisticación. Isla de esperanza y lágrimas, título de una canción de su último disco, expresa esa añoranza de Irlanda que suelo marcar las composiciones de este magnífico cuarteto.Nightnoise se beneficia del auge que ha experimentado la llamada new age en los últimos tiempos. Únicamente a la luz de dicha asimilación es posible entender que un grupo de sus características haya podido emprender una gira por 12 ciudades españolas, y lo que es aún más notable, con llenos importantes y ante un público entregado. Cabe preguntarse qué hubiera sido de ellos de no haberse descubierto la palabra mágica (new age) y habérseles colgado lo que ahora parece ser un sambenito (folk). Se trata de asuntos de índole mercantil, ajenos al contenido artístico, y sin embargo, en absoluto desdeñables: pueden significar la diferencia entre el éxito y el fracaso incluso entre la supervivencia y la extinción.

Nightnoise

Micheál O'Domhnaill (guitarra), Billy Oskay (violín y viola), Tríona Ni Dhomhanaill (teclados y voz) y Brian Dunning (flautas).Auditorio Nacional. Madrid, 24 de abril. Precio de 1.000 a 2.500 pesetas. Aforo: 2.000 personas.

El grupo suena como los mismísimos ángeles, hasta el punto de que el estruendo de los aplausos venía a romper el ercanto. Sus componentes poseen un desarrollado sentido del equilibrio sonoro: cuidan los timbres, miman las resonancias. Detalles que pueden disfrutarse en recintos, como el que los acogió, ideados para escuchar música y no para dar cabida al criterio de los seguidores de un equipo de baloncesto. Y la alusión no es gratuita por cuanto el propio Oskay, recordando que residen en Portland, llegó a agitar un banderín de los Trail Blazers.

Las piezas delicadas, con tendencia a la melancolía, formaron la base del repertorio casi idéntico al ofrecido el año pasado por estas mismas fechas. Como en aquella ocasión, incluyeron también un tema perteneciente a un irlandés ilustre, Van Morrison, Moondance. Fueron Brian Dunning y Michál O'Domhnaill los encargados de hacerlo, evocando el trabajo que desarrollan en el seno de Puck Fair, al igual de los hermanos Domnhaill participan en Relativity. Y es que las actividades musicales paralelas son una constante entre los miembros de Nightnoise. Aunque no todo fueran melodías ensoñación; temas como Jig of sorts, con un sentido rítmico endiablado, incitan a calzar zapatillas de baile.

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