'Excursión' a Irak

Los paracaidistas esperan encontrar "hambre, desierto y frío" en los campos de refugiados

Como si de una atractiva excursión se tratase, los mandos militares de la Brigada Paracaidista (Bripac), con sede en Alcalá de Henares, tuvieron que colgar el cartel de "no hay plazas" ante los más de 350 -número inicialmente previsto- paracaidistas que se presentaron voluntarios para ser trasladados a los campos de refugiados kurdos en la frontera de Irak. Esta generosa actitud de los soldados se torna en timidez mezclada con miedo a la hora de identificarse con nombres y apellidos.

Un total de 215 hombres de varias compañías de la primera bandera y 115 de la segunda, con sus respe...

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Como si de una atractiva excursión se tratase, los mandos militares de la Brigada Paracaidista (Bripac), con sede en Alcalá de Henares, tuvieron que colgar el cartel de "no hay plazas" ante los más de 350 -número inicialmente previsto- paracaidistas que se presentaron voluntarios para ser trasladados a los campos de refugiados kurdos en la frontera de Irak. Esta generosa actitud de los soldados se torna en timidez mezclada con miedo a la hora de identificarse con nombres y apellidos.

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Un total de 215 hombres de varias compañías de la primera bandera y 115 de la segunda, con sus respectivos equipos y material, serán trasladados en los próximos días a la frontera iraquí, siempre que su misión no sea suspendida tras el acuerdo alcanzado ayer entre Sadam y los líderes kurdos. Saben que tendrán que velar por la seguridad de los refugiados y "darles de comer", por lo que no creen que corran ningún riesgo, aunque alguno de ellos, como J. C., Kaio, natural de Salamanca y soldado profesional desde hace tres años, afirma con escepticismo que el único problema que puede surgir es que "las tropas iraquíes ataquen a los guerrilleros kurdos que utilizan los campos de refugiados como base de operaciones", algo improbable según él.

El ambiente que se respira en la Bripac es de absoluta normalidad. Las calles de Alcalá se llenaron ayer, como todos los días, de jóvenes con la cabeza casi rapada, que recorrieron sus calles, alguno de los cuales, como José, de 21 años, destinado en el cuartel de El Príncipe, situado en pleno corazón de la ciudad, no volverá a pisarlas en tres o cuatro meses, tiempo que les han comentado sus superiores que van a permanecer fuera.

"No pasa nada"

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J. Baby, de 27 años, cabo de la séptima compañía y en el Ejército como profesional desde 1987, se lamenta de la tardanza con que ha llegado esta decisión. Para él, tenían que haber ido mucho antes, y no ahora, "que ya no pasa nada". El, junto con dos compañeros reunidos en la puerta de la lavandería, donde habitualmente dejan sus ropas, aseguran que las maniobras que realizan periódicamente en Chinchilla con fuego real "son más peligrosas que el viaje que vamos a hacer".

Son conscientes, sin embargo, de que van a encontrar "hambre, desierto y frío". Afirman que "va a ser como unas maniobras en el desierto de Albacete, pero con escenario real". Conocen que van a montar "un campamento de abastecimiento y a garantizar la seguridad de los refugiados". Baby dice que la operación "no supone nada extraordinario", aunque él no ha comunicado su marcha a sus padres "para que no se preocupen", además no quiere "fardar como los marineros, que han estado en el Golfo tocándose las narices". Todo se prepara a marchas forzadas. Según los soldados consultados, ayer ya partieron "algunos de la primera bandera".

Equipaje

Entretanto han recibido "una lista de equipaje" que deben ir preparando: uniforme de faena, gorrilla, botiquín individual, chaleco antibalas, chándales, traje de alta montaña y hasta ropa de paisano, sin olvidar la mochila, en cuyo interior hay material que "tardaríamos una hora en relatar". No deben olvidar nada; el casco, saco de dormir, raciones de provisiones, cantimplora y todo lo necesario para una estancia larga. Mientras unos "hacen el equipaje", otros se alegran de no tener que ir a pasar hambre y frío". El Chico no hubiese tenido inconveniente en viajar, pero reconoce en voz baja que "se está mejor en casa", y Manuel, de Málaga, con 21 años, se licencia hoy y asegura que cogerá el primer tren para su tierra.

[La Cruz Roja ha recogido en toda España desde el pasado viernes 2.700 toneladas de ropa y unos 125 millones de pesetas en la campaña de ayuda a los refugiados kurdos, que ha realizado en colaboración con el Gobierno, Cáritas y Solidaridad Internacional].

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