Tribuna:

... Y regular

El mercado de valores madrileño está aburrido. Se vende discretamente y se compra aún menos. La irregularidad, el juego con el nivel del 280% -ayer se perdió de nuevo- y la ausencia de estímulos caracterizan una bolsa que se ha instalado en la espera de no se sabe qué. La resaca de las fuertes subidas anteriores está pasando factura a un mercado que se ha quedado sin fuelle. Una buena muestra de la melancolía con la que se opera es el escaso número de transacciones. Los volúmenes de negocio se sostienen a duras penas por encima de los 10.000 millones de pesetas gracias en buena parte al dinero...

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El mercado de valores madrileño está aburrido. Se vende discretamente y se compra aún menos. La irregularidad, el juego con el nivel del 280% -ayer se perdió de nuevo- y la ausencia de estímulos caracterizan una bolsa que se ha instalado en la espera de no se sabe qué. La resaca de las fuertes subidas anteriores está pasando factura a un mercado que se ha quedado sin fuelle. Una buena muestra de la melancolía con la que se opera es el escaso número de transacciones. Los volúmenes de negocio se sostienen a duras penas por encima de los 10.000 millones de pesetas gracias en buena parte al dinero del exterior.Las instituciones, por su parte, continúan a la expectativa, sin arriesgar. Su ausencia, se está dejando notar. Ayer, ni siquiera la apertura favorable de Wall Street se consideró estímulo suficiente para tomar posiciones significativas.

La primavera, en la Plaza de la Lealtad, se ha teñido definitivamente del aburrimiento más gris. Las realizaciones, que afectaron a todos los grupos y restaron más de dos puntos al índice general, se centraron en la sesión de ayer en el grupo constructor y alimentario. Al término de la semana, la atención se centra en el IPC de marzo. El dato, una vez asimilado, puede propiciar nuevos repuntes.

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