Cartas al director

Sobre El Salvador

Por medio de la presente carta quiero acusar al Gobierno de El Salvador:

a) Por no ser capaz de atender a las mínimas necesidades de todos sus ciudadanos en educación, sanidad, alimentación, etcétera.



b)
Por seguir manteniendo un Ejército impresentable, que mata muchas veces por matar (recuérdense los escuadrones de la muerte), que realiza labores de acoso y persecución a los extranjeros que, deseando llenar el vacío que en ese país se observa, ofrecen su trabajo y su vida en pro de los pobres y oprimidos por la gran injusticia que impera.

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Por medio de la presente carta quiero acusar al Gobierno de El Salvador:

a) Por no ser capaz de atender a las mínimas necesidades de todos sus ciudadanos en educación, sanidad, alimentación, etcétera.

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b) Por seguir manteniendo un Ejército impresentable, que mata muchas veces por matar (recuérdense los escuadrones de la muerte), que realiza labores de acoso y persecución a los extranjeros que, deseando llenar el vacío que en ese país se observa, ofrecen su trabajo y su vida en pro de los pobres y oprimidos por la gran injusticia que impera.

c) Por no destituir a los mancos que con semejante actuación crean en dichos cooperantes una psicosis de angustia y terror, además de indignación, que les inclina a oponerse decididamente a aquéllos.

Como madre de una de esas cooperantes, Marta González Gómez, médico dignísimo, inujer excelente, persona extraordinaria, que vivió pobremente entre los más pobres, que regó con su sangre la tierra de El Salvador al ser muerta por una facción del Ejército salvadoreño, en una noche de tregua, de paz y de amor, la noche de Navidad de 1990. me considero con derecho a exigir responsabilidades a quienes con su irresponsabilidad rigen de forma nefasta a esa nación centroamericana.

Perdono de todo corazón, pero exijo un total cambio de postura en los que, llenas las manos de dinero norteamericano, pueden conseguir una paz permanente y una vida digna para su pueblo. Exijo también el castigo adecuado para los causantes de tantos males, tantas muertes injustificadas, un castigo que no debe ser considerado como venganza, sino como ejemplo y freno para quienes deseen seguir en la misma línea de injusticia.-

Madrid.

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