Águilas y ecología

RICARDO AYALA LÓPEZEl autor critica los planteamientos ecologistas, propios de un "pornoecologismo ecólatra", contra las actividades cinegéticas en los cotos de caza, cuando lo que se pretende desde estos espacios es, en su opinión, la supervivencia de las aves nobles.

En este mismo diario -creo recordar que el pasado 31, de diciembre-, Juan Gabrlel Pallarés se hacía eco de la voz de alarma dada por los técnicos del Plan de Recuperación del Águila Imperial Ibérica en Cabañeros el día 20 del mismo mes, quienes señalaron que más del 35% de los ejemplares de esta especie habían muerto en los últimos seis meses como consecuencia fundamentalmente de los cepos Ilegales y tendidos eléctricos.La apreciación, a mi juicio desmesurada pero sin embargo digna de ser tenida en cuenta, se produce en unos momentos de especial virulencia de los grupos ecologistas, que han en...

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En este mismo diario -creo recordar que el pasado 31, de diciembre-, Juan Gabrlel Pallarés se hacía eco de la voz de alarma dada por los técnicos del Plan de Recuperación del Águila Imperial Ibérica en Cabañeros el día 20 del mismo mes, quienes señalaron que más del 35% de los ejemplares de esta especie habían muerto en los últimos seis meses como consecuencia fundamentalmente de los cepos Ilegales y tendidos eléctricos.La apreciación, a mi juicio desmesurada pero sin embargo digna de ser tenida en cuenta, se produce en unos momentos de especial virulencia de los grupos ecologistas, que han encontrado sabroso caldo de cultivo para sensibilizar de forma parcial a la opinión pública, en contra de titulares de cotos y cazadores, imputándoles, sin el análisis debido, desafueros tales como la muerte de un oso a manos de un cazador palentino durante una batida de corzos -acusación de la que, por cierto, en estos momentos se encuentra absuelto- o la desaparición de un águila imperial atrapada en un cepo calificado de ilegal -lo cual está pendiente de demostrar, junto a otras circunstancias concurrentes-, en una finca de Ciudad Real.

Se viene hablando, y así lo estima un amplio sector social, de la necesidad de establecer un diálogo identificativo entre ecologistas y cazadores, más

difícilmente puede llegarse al acercamiento -de posiciones si por una de las partes se carece de la imprescindible voluntad de entendimiento.

¿Qué es lo que verdaderamente pretende el ecologismo actual? Piden sanciones económicas, procesamientos, anulación de cotos, disminución o eliminación de los ojeos de perdiz, prohibición de la media veda, de la caza de aves acuáticas, de la perdiz con reclamo, del descaste del conejo en primavera o en verano, del control de predadores, etcétera. Constituyen, en suma, la negación de todo lo que suponga actividad cinegética, y del aprovechamiento racional de los recursos naturales renovables.

'Pornoecologismo'

Antonio Papell, en un espléndido artículo publicado en distintos medios de comunicación, bajo el título Entre el rojo y el verde, se refiere al término "pornoecologismo", con el que describe aquella degeneración del ecologismo que exhiben quienes, lejos de buscar un equilibrio entre la preservación de la naturaleza y el desarrollo de las actividades humanas, tratan de convertir el planeta en un remanso idílico que ocultaría la evidencia de que el ser humano ha edificado ya una civilización que, aunque agresiva en ciertos aspectos hacia la naturaleza, le proporciona un bienestar material y cultural al que no debe renunciar.

Por su parte, Fernando Savater, en las páginas de El País Semanal, allá por el pasado mes de julio, emplea la expresión "ecolatría" diciendo que se ha convertido en el do ' gma pintiparado de beatos sin fe trascendente y comunistas sin comunismo. La ecolatría, señala, no defiende los derechos de los hombres a vivir dignarnente en la Tierra, sino los de la Tierra Ounto a sus plantas, animales, etcétera) a no ser perturbados o dañados por los hombres.

Resulta lamentable que accidentes fortuitos, como el de la caída de un águila imperial en un cepo utilizado para el descaste de los conejos, que es de uso corriente y viene siendo autorizado habitualmente, se empleen como símbolo rel vi rid leativo contra los dueños de cotos de caza, que son los que producen, en los terrenos que gestionan, las especies cinegéticas de las que se sustentan las águilas imperiales, reales, perdiceras, aguiluchos pálidos, ratoneros, esmerejones o halcones.

Mientras, nadie se preocupa de la neumonía hemorrágica virica que asola al conejo, ni de la disminución de la perdiz, especie autóútona de nuestros campos, a la que los predadores están diezmando. Sólo en Quismondo (Toledo), de 1984 a 1990, el número de zorros ha aumentado seis veces.

Es hora, pues, de un ecologismo serio y constructivo, que desde su posición aporte iniciativas coherentes que puedan ser debatidas. Dejémonos de demagogia oportunista y preocupémonos de una política eficaz de gestión y conservación, que incluye el control de predadores no específicos, como el zorro, los córvidos o las ratas. Con ello se facilitaría tanto la recuperación del conejo, imprescindible para el equilibrio ecológico, como de la perdiz roja, lo que implicaría el consiguiente aumento de la biomasa. No tengan la menor duda de que la supervivencia del lince, de las aves nobles y del lobo estaría garantizada.

es director de APROCA Castilla-La Mancha.

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