Tribuna:GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Armas químicas, el miedo en el aire

A medida que se acercan las horas del combate terrestre crece el temor a que Sadam utilice armas químicas. Ha amenazado con usarlas y nada apunta a que no sea capaz de hacerlo. Ya las utilizó contra Irán y los kurdos y ha dado muestras suficientes de que es capaz de ejecutar sus tétricas promesas: incendió los pozos de petróleo, virtió el crudo y atacó a Israel, como había avisado.El uso de las armas químicas significa cruzar un importante umbral psicológico en la guerra, aunque el impacto militar de tal medida puede ser más bien escaso. Las armas químicas resultan muy letales cuando se dispar...

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A medida que se acercan las horas del combate terrestre crece el temor a que Sadam utilice armas químicas. Ha amenazado con usarlas y nada apunta a que no sea capaz de hacerlo. Ya las utilizó contra Irán y los kurdos y ha dado muestras suficientes de que es capaz de ejecutar sus tétricas promesas: incendió los pozos de petróleo, virtió el crudo y atacó a Israel, como había avisado.El uso de las armas químicas significa cruzar un importante umbral psicológico en la guerra, aunque el impacto militar de tal medida puede ser más bien escaso. Las armas químicas resultan muy letales cuando se disparan contra población o tropas indefensas, sin máscaras o trajes protectores. La única forma con que Sadam pudiera gasear ciudades sería con misiles, que por el momento no ha sabido armar químicamente, o con la aviación, que tiene en el suelo sin poder despegar. La artillería pesada tiene un alcance de docenas de kilómetros y sólo puede alcanzar unidades militares.

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Es verdad que el Ejército iraquí es el más experimentado en guerra química en estos momentos, pero casi siempre usó sus armas para defenderse de las masas iraníes que marchaban ciegamente contra sus posiciones. Muy pocas en el ataque y en dos casos sufriendo bajas considerables entre sus propias filas.

Ahora bien, aunque en el mejor de los casos sólo lograra Sadam ralentizar el ritmo de las operaciones y no se produjeran bajas inaceptables entre los aliados, las armas químicas supondrían un nuevo estadio de la guerra. Se habría pasado del nivel convencional al de las armas de destrucción masiva. ¿Cuál sería la respuesta aliada? De momento, todas las opciones se dejan abiertas tal y como exige el juego de la disuasión, pero en la práctica no caben muchas alternativas.

La primera, en la lógica estratégica de la respuesta flexible, sería contestar con el mismo nivel de violencia elegido por el atacante, esto es, devolver el golpe químico. Dadas las deficiencias de la protección iraquí, podría tener efectos militares decisivos para la coalición. Sin embargo, aunque se diga que en la guerra todo vale, los Gobiernos occidentales son muy reacios a tal medida. El uso del armamento químico está prohibido por los tratados de Ginebra y su posesión sólo se justifica por la disuasión, no por su uso.

Una segunda, consistiría en la respuesta nuclear táctica, que también es difícil de adoptar. Es dudosa su utilidad militar y sus implicaciones políticas para el mundo en general y el árabe en particular podrían ser muy dañinas una vez acabado el conflicto.

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Una tercera opción podía ser ampliar el mandato de Naciones Unidas y proseguir la guerra para juzgar a Sadam por lo que, con sus acciones, parece querer ser, un criminal de guerra que atenta contra la humanidad.

Rafael L. Bardají es director del Grupo de Estudios Estratégicos.

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