Crítica:ROCK

Matar el silencio

BurningLa historia de Burning está cargada de injusticias. Dieciséis años después de su aparición en la escena madrileña, pueden ser reconocidos como lo que siempre han sido: el mejor grupo español de rock and roll. A lo largo de su carrera les han engañado, arrinconado, menospreciado y olvidado; pero ellos han sido más duros y honrados que nadie en este negocio, y han logrado sobrevivir con inigualable dignidad. Han vuelto para matar un silencio que reina, desde hace años, en las calles de Madrid. La mediocridad del panorama musical español devuelve al primer plano de actualidad...

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BurningLa historia de Burning está cargada de injusticias. Dieciséis años después de su aparición en la escena madrileña, pueden ser reconocidos como lo que siempre han sido: el mejor grupo español de rock and roll. A lo largo de su carrera les han engañado, arrinconado, menospreciado y olvidado; pero ellos han sido más duros y honrados que nadie en este negocio, y han logrado sobrevivir con inigualable dignidad. Han vuelto para matar un silencio que reina, desde hace años, en las calles de Madrid. La mediocridad del panorama musical español devuelve al primer plano de actualidad a unos Burning afortunadamente incombustibles.Su primer recital en la sala Universal Sur estaba reservado para medios de comunicación. Demasiadas luces en escena, imprescindibles al parecer para la grabación en vídeo del recital, y un sonido cuidado y limpio que fue mejorando progresivamente Una buena banda, prudente y sólida, apoyó en todo momento a Risi y a Johnny. Era el repaso a casi dos décadas de canciones y recitales, toda una colección de actitudes y poses urbanas narradas en clave de rock. Veintiún temas clásicos, resumen de ocho elepés, en dos horas vibrantes.

José Casas, Risi (guitarra y voz), Juan Cifuentes, Johnny (plano y voz), Carlos Guardado (bajo), Nacho Blanco (batería), Lorenzo Azcona (saxo), Jaime Asúa (guitarra) y Javier Mora (teclados)

Madrid, sala Universal Club. Día 18 de diciembre.

Chulos y barriobajeros, Burning esconden las derrotas detrás de unas gafas de sol. Son el espíritu del mejor rock and roll, siempre lo han sido; ahora escupen en la cara a los que se acurrucan, amedrentados, en subgéneros comerciales carentes de emoción. Venden autenticidad, un bien escaso y difícil de encontrar en nuestros días, y reflejan con fidelidad toda una forma de vida. Saben seducir dulcemente ("¿Qué tienes en los ojos, nena?, ¿es que vas ha llorar? / Ya sé que alguien pisó tu orgullo / en un oscuro portal") y también castigando ("De rodillas ante mí / es como te gusta a ti. /,De rodillas por detrás / es como te gusta más").

Risi tiene la garganta destrozada, pero el corazón y los dedos los mantiene calientes. Johnny sabe arrastrar palabras y sentimientos con el cadencioso encanto de los alumnos aventajados de Lou Reed. Juntos han dado forma a crónicas rockeras del calibre de No es extraño, Jim Dinamita, Chueca, Una noche sin ti, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, Es especial o Mueve tus caderas. Todas sonaron en la que fue su noche, algunas con la compañía de viejos amigos: la prudencia de Loquillo, Los Secretos, Rosendo y Antonio Vega, junto al inevitable protagonismo de Miguel Ríos y Joaquín Sabina.

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