Tribuna:CONVULSIÓN EN LA U. R. S. S.

Las repúblicas se divorcian de Moscú

A partir de ayer, la Unión Soviética, un país que existe aún en los mapas y en las enciclopedias, no puede continuar siendo el Estado que sus dirigentes máximos pretendían que era. A partir de ayer, el presidente Mijaíl Gorbachov no puede seguir engañándose sobre la divergencia entre sus proyectos de integración inmediata y la búsqueda de indentidad propia a la que aspira la mayoría de las 15 repúblicas soviéticas.

El debate sobre el estado del país en el Sóviet Supremo de la URSS, en el que intervinieron activamente representantes de 14 repúblicas soviéticas, constituyó un aconteci...

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A partir de ayer, la Unión Soviética, un país que existe aún en los mapas y en las enciclopedias, no puede continuar siendo el Estado que sus dirigentes máximos pretendían que era. A partir de ayer, el presidente Mijaíl Gorbachov no puede seguir engañándose sobre la divergencia entre sus proyectos de integración inmediata y la búsqueda de indentidad propia a la que aspira la mayoría de las 15 repúblicas soviéticas.

El debate sobre el estado del país en el Sóviet Supremo de la URSS, en el que intervinieron activamente representantes de 14 repúblicas soviéticas, constituyó un acontecimiento histórico que puso de manifiesto el total divorcio entre los proyectos del Kremlin para el mantenimiento del Estado -la firma acelerada de un Tratado de la Unión- y la dinámica de libertad de la gran mayoría de las repúblicas.

El Parlamento de la URS S estaba ayer concurrido como en pocas ocasiones. Tanto los diputados como los periodistas y diplomáticos que seguían los debates tenían plena conciencia de la importancia de la jornada, que comenzó con un discurso poco trabajado y bastante gris de Mijaíl Gorbachov.

Como si no se diera cuenta de la profundidad de la crisis, Gorbachov leía las cifras de los recursos disponibles, se quejaba de las medidas proteccionistas adoptadas por las repúblicas, de la ruptura de los vínculos que aseguraban el flujo económico en el sistema centralizado e insistía en la necesidad de aprobar rápidamente el Tratado de la Unión. Éste es el documento con el que el Kremlin pretende fijar las relaciones entre las repúblicas que forman parte de la URSS. Gorbachov propuso también una moratoria sobre las decisiones que pudieran ser polémicas en el ámbito de delimitación de competencias entre el centro y las repúblicas hasta que se firme el Tratado de la Unión.

El texto va a ser entregado en estos próximos días a los miembros del Sóviet Supremo de la URSS y de los Parlamentos republicanos, pero son muchos los que creen que el documento, que un día hubiera podido garantizar el mantenimiento del Estado, ha llegado demasiado tarde.

Uno tras otro, los representantes de las distintas repúblicas soviéticas, con excepción de Lituania, fueron tomando la palabra para criticar las concepciones presidenciales desde distintos puntos de vista. Los oradores se dividieron de hecho en varios grupos. El más conservador estaba formado por los representantes de las repúblicas asiáticas, que mayoritariamente se habían tomado al pie de la letra la expresión: "Basta de defenderse. Hay que pasar a la ofensiva", pronunciada anteriormente por Gorbachov.

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Los representantes de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguizistán, con matices, estaban en el Tratado de la Unión, la disciplina y el orden. Ayer, los dirigentes que se caracterizan por su viejo estilo autoritario fueron los mejores aliados de Mijaíl Gorbachov. También lo fueron los dirigentes de las repúblicas autónomas, unidades territoriales subordinadas a las repúblicas de la URSS, que están por el Tratado de la Unión, ya que ello les permite mejorar sus posiciones respecto a las repúblicas federadas de las cuales dependen.

Oradores brillantes

Dos oradores fueron especialmente brillantes y revelaron sus dotes de estadistas. Fueron el presidente de Sóviet Supremo de Letonia y el presidente del Sóviet Suprerno de Armenia, Anatoli Gorbunov y Levon Ter Petrosián, respectivamente. Ambos rechazaban las tesis del presidente de la URSS, cuyo rostro iba ensombreciéndose y desencajándose progresivamente a medida que avanzaban las horas de una maratoniana jornada.

"La URSS, tal como era el día en que fuimos elegidos diputados, ya no existe. Se ha desintegrado", manifestó Gorbunov refiriéndose a la primavera de 1989, cuando se formó el primer Congreso de los Diputados de la URSS.

Según Gorbunov, la mayoría del Parlamento de Letonia -república que se ha declarado independiente- no está dispuesta a firmar el Tratado de la Unión. El político rechazó también la moratoria propuesta por Gorbachov y manifestó que durante dos años su república trata de compaginar los intereses propios con los intereses centrales.

Saliendo al paso de los argumentos de Gorbachov, que había puesto el ejemplo de integración en Europa occidental, Gorbunov dijo que en el caso de las repúblicas soviéticas es necesario "separarse", porque sin separarse no existe posibilidad de integración.

Por su parte, Levon Ter Petrosián propuso elaborar un mecanismo concreto para salir de la crisis, rechazó la moratoria propuesta y expuso su idea de un mecanismo regulador del poder basado en el consenso. Tras llamar "anacronismo" al Parlamento soviético, Ter Petrosián propuso a este organismo ser "útil" ayudando a las repúblicas a elaborar sus propias leyes.

Ter Petroslán acusó de "ambiciones totalitarias" al Consejo de Ministros de la URSS y propuso transformar este organismo con la participación de los 15 primeros ministros de las repúblicas soviéticas. Asimismo, abogó por la transformación del Consejo Federal en un comité político de consenso entre las repúblicas con un status claro.

Una sólida impresión como político causó también el nuevo primer ministro de Ucrania, Vitold Fokin, que rechazó los reproches de separatismo y egoísmo que Gorbachov había hecho a las repúblicas.

Fokin culpó por lo que sucede a la dirección de la URS S por ignorar las declaraciones de independencia de las repúblicas. Al igual que Borís Yeltsin, presidente del Parlamento ruso, Fokin quiere que se determinen bien las funciones de las repúblicas antes, de firmar un documento que ligue sus destinos. El representan te ucraniano hizo una velada advertencia contra una relación de privilegio entre el centro y Rusia.

Otra cara nueva en el Sóviet Supremo fue la de Akaki Asatiani, primer vicepresidente del Parlamento de Georgia, quien anunció que su república no firmará el Tratado de la Unión. Asatiani argumentó que Georgia perdió su soberanía nacional en 1921, cuando fue invadida por el Ejército soviético, y por eso no puede ser considerada jurídicamente como miembro de la Unión.

El representante georgiano explicó que el Parlamento de su república declaró un periodo de transición hacía el estado independiente y está a favor de encontrar un camino de compromiso para tal transición. En nombre de Azerbaiyán, la presidente del Parlamento de aquella república, Elmira Kafarova, aludió veladamente a Armenia, subrayando las dificultades que plantea para su república la firma de un tratado con un país al que se considera "agresor".

Reunión familiar

El presidente de Moldova, Mircea Snegur, criticó las elecciones convocadas para el 25 de noviembre por la república secesionista del Dníestr, donde predomina la población rusohablante.

La jornada de ayer hacía pensar en una reunión familiar en la que por primera vez los parientes que han mantenido las formas se reúnen para decirse sinceramente que la convivencia no es posible en la casa común, y que para volver a encontrarse, si ello es posible, hay que separarse previamente. Hasta ayer, Mijaíl Gorbachov no estaba dispuesto a correr este riesgo.

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