El magisterio de Guerrero

Francisco Guerrero (Linares, 1951) es un compositor humanista cuyo compromiso intelectual y creativo le lleva a apostar al límite en todo lo que hace. "El sentido fundamental de la música hoy es que el hombre se vuelva a mirar hacia adentro, se reencuentre", ha declarado. "Estamos dislocados, fuera de nosotros mismos; se nos va la espiritualidad". En estos tiempos de disputa estéril sobre la creación musical, nada mejor que enfrentarse sin prejuicios a la obra de uno de los compositores más lúcidos en España.Su arrolladora fuerza, el instinto musical salvaje, la perfección formal y el sentido ...

Francisco Guerrero (Linares, 1951) es un compositor humanista cuyo compromiso intelectual y creativo le lleva a apostar al límite en todo lo que hace. "El sentido fundamental de la música hoy es que el hombre se vuelva a mirar hacia adentro, se reencuentre", ha declarado. "Estamos dislocados, fuera de nosotros mismos; se nos va la espiritualidad". En estos tiempos de disputa estéril sobre la creación musical, nada mejor que enfrentarse sin prejuicios a la obra de uno de los compositores más lúcidos en España.Su arrolladora fuerza, el instinto musical salvaje, la perfección formal y el sentido de las proporciones se han podido apreciar en dos de sus obras ofrecidas en Madrid.

Cefeidas ha sido compuesta este mismo año. En principio, como música ambiental para una exposición arqueológica sobre Andalucía y el Mediterráneo con montaje de Simón Suárez. Ahora, se ha publicado en disco compacto dentro de la colección Música electroacústica española que edita el Círculo de Bellas Artes. Un compacto, por otra parte, para el Guinnes de los récords: dura 21 minutos y 50 segundos. Dedicado a Luigi Nono, con quien Guerrero compartió muchas horas de amistad, es una partitura que no da respiro. Su belleza es turbadora, sorprendente. Engancha. No rehúye el discurso musical ni tensiones ni riesgos. Suena a nuevo, y no es poco.

Acte Prealable para percusión es anterior, de 1977-1978. Sonoridades tímbricas, ritmos, densidades y combinaciones instrumentales se fusionan en una obra llena de equilibrio y, a la vez, de sorpresas. Sirvió de cierre al concierto en torno a Guerrero con composiciones de sus alumnos (otra de las grandes pasiones de Guerrero: la enseñanza; todavía está en el aire su vieja aspiración de formar un Centro de Altos Estudios Musicales).

Los discípulos de Guerrero demostraron la asimilación del oficio, el poso de una solidez compositiva, incluso en las divergencias con el maestro. Rodeiro acentuó la violencia expresiva, Satué puso atención al detalle miniaturista, Martínez Fontana se concentró en la organización del discurso.

Tuvieron unos intérpretes extraordinarios, el conjunto Aula 44 dirigido por Juan García Ivorra, un indicador más del gran nivel de calidad que se está alcanzando en España entre los instrumentistas de percusión.