Crítica:POP

Tocata y fuga

La gira española de los Beach Boys olía a podrido desde el día que se anunció. El recital -celebrado en Madrid por la legendaría banda norteamericana confirmó esta sospecha, y se convirtió en un cúmulo de despropósitos. Los Beach Boy realizaron un lamentable ensayo con público y cobrando; los organizadores incumplieron su contrato con las casi 4.000 personas que asistieron al recital, y que habían adquirido las entradas con el propósito de ver junto a los Beach Boys a un Jerry Lee Lewis que nunca apareció en escena. Musicalmente fueron noventa minutos patéticos, con la sombra de un grupo mític...

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La gira española de los Beach Boys olía a podrido desde el día que se anunció. El recital -celebrado en Madrid por la legendaría banda norteamericana confirmó esta sospecha, y se convirtió en un cúmulo de despropósitos. Los Beach Boy realizaron un lamentable ensayo con público y cobrando; los organizadores incumplieron su contrato con las casi 4.000 personas que asistieron al recital, y que habían adquirido las entradas con el propósito de ver junto a los Beach Boys a un Jerry Lee Lewis que nunca apareció en escena. Musicalmente fueron noventa minutos patéticos, con la sombra de un grupo mítico recorriendo, como en un mal sueño, una historia tan brillante como manida.

No actuó

The Beach Boys

Mike Love (voz), Alan Jardine (voz, guitarra), Bruce Johnston (voz, teclados), Adrian Baker (guitarra, voz), Mike Kowalski (batería), Billy Hinsche (teclados, voz), Ed Carter (bajo), Mike Meros (teclados), Matt Jardine (percusiones, voz), Stanley Sichel (guitarra). Lynn Large, Angie Narag, Angela Lambert, Lisa Ragi An, Suzanne Harris y Jackie Piuesen (animadoras). Aforo: 4.000 personas. Precio: 3.000 pesetas. Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 9 de octubre.

Alguien de la organización anunció unos minutos antes de las once de la noche que el pianista de Luisiana actuaría "tal vez, atención, tal vez", después de los Chicos de la Playa. Era obvio que el Killer n9 iba a pisar esa noche el escenario del Rockódromo, pero de esta manera la organización ganaba unos minutos preciosos para abandonar la Casa de Campo tras la actuación de los Beach Boys. Tocata y fuga. No hubo explicaciones de ningún tipo, y la gente fue abandonando el recinto entre airadas protestas y con el regusto amargo del que ha sido engañado. Cada entrada costaba 3.000 pesetas.La ausencia de Brian y Carl Wilson fue el principio de la catástrofe. Los Beach Boys sin los hermanos Wilson son como unos Beatles sin Lennon y McCartney, unos Rolling Stones sin Jagger y Richard o una paella sin arroz. Cuerpo sin alma.

Mick Love, Alan Jardine y Bruce Johnston, los restos del grupo, comenzaron su actuación con California girls y Sloop John B. Un telón de fondo con temas playeros y seis cheerleaders (animadoras) intentaron atraer la atención del público, que se encontró con unos Beach Boys muy flojos vocal, instrumental y físicamente. Parecían ajados pensionistas norteamericanos haciendo turismo por el Viejo Continente embutidos en camisas hawaianas y pantalones de cuadros escoceses.

Las voces, columna vertebral del sonido Beach Boys, fueron una caricatura de las originales. Como ejemplo puede servir el hecho de que uno de los guitarristas a sueldo del grupo que les acompaña fuese la primera voz en Good vibrations, uno de sus clásicos, convirtiéndolo definitivamente en basura para consumir en discotecas gracias a unos demenciales arreglos de teclados.

La sección rítmica fallaba constantemente. Los teclados no sonaron. mal, pero sí en exceso. Las guitarras fueron una sombra de lo que debe ser este instrumento, y masacraron sin piedad los punteos característicos del surf. Este cúmulo de errores se presento sin orden ni concierto, jamás fue creíble y careció del mínimo feeling. Un espectáculo lamentable basado en una cruel autocaricatura.

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