El corazón de la vieja Prusia
El corazón de la vieja Prusia, el Estado federal de Brandeburgo, es el mayor en extensión de los cinco nuevos länder alemanes, aunque al haber sido desposeído de Berlín, su población no supera los 2,6 millones de habitantes. Dado el estado catastrófico de su industria, la inexistencia de grandes ciudades y la belleza de sus paisajes y monumentos, parece evidente que su destino futuro será el de servir de esparcimiento y vacaciones a los cuatro o cinco millones de personas que en breve plazo habitarán la vieja capital del Reich.Privado de Berlín, Brandeburgo pasa a ser un ...
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El corazón de la vieja Prusia, el Estado federal de Brandeburgo, es el mayor en extensión de los cinco nuevos länder alemanes, aunque al haber sido desposeído de Berlín, su población no supera los 2,6 millones de habitantes. Dado el estado catastrófico de su industria, la inexistencia de grandes ciudades y la belleza de sus paisajes y monumentos, parece evidente que su destino futuro será el de servir de esparcimiento y vacaciones a los cuatro o cinco millones de personas que en breve plazo habitarán la vieja capital del Reich.Privado de Berlín, Brandeburgo pasa a ser un land básicamente rural cuya mayor ciudad, Potsdam, de 120.000 habitantes, es casi un suburbio de Berlín. Las últimas cifras oficiales indican que entre desempleados y trabajadores a "media jornada", eufemismo que significa que siguen cobrando sin trabajar, la cifra de paro se acerca a las 200.000 personas.
La agricultura no es demasiado especializada, ni se acerca a la producción de la vecina Mecklemburgo. Pero la industria forestal, bastante importante, se ve afectada precisamente por la lluvia ácida causada por productoras de energía por medio de lignito, el peor tipo de centrales térmicas.
Si en los otros länder la capital no está aún decidida, éste no es el caso de Brandeburgo. Potsdam, el lugar donde Federico el Grande, el rey ilustrado, construyó su fantasía a la que bautizó Sanssouci, será la capital del Estado. Precisamente el año que viene, en que la ciudad cumple 1.000 años, los restos del rey que la diseñó volverán al palacio. En la actualidad, sin embargo, la situación de este maravilloso conjunto de palacios y jardines es penosa. El antiguo régimen lo dejó deteriorarse durante muchos años, y sólo inició su reconstrucción a principios de la década pasada cuando quiso apropiarse de la herencia prusiana.
Pese a perder el componente de izquierdas que representa Berlín y no contar con los grandes centros industriales de la antigua RDA, Brandeburgo se diferencia de los otros cuatro länder orientales en que es el único en el que las encuestas favorecen a los socialdemócratas y donde el SPD ya fue mayoritario en las pasadas elecciones.
Los candidatos de los dos grandes partidos a la presidencia son políticos locales bien conocidos, y no colonizadores llegados de occidente. La CDU presenta al polémico y carismático Peter Michael Diestel, de 38 años, que fuera ministro del Interior en el Gabinete de De Maiziere y que se pasó al partido democristiano desde la radical Unión Social Alemana (DSU).
A Diestel, uno de los políticos con mayor futuro de los que han surgido en la corta historia democrática de la RDA, le tocó bailar con la más fea al serle encomendada la misión del desmantelamiento de la policía política del régimen comunista, la Stasi.
Su contrincante y favorito para hacerse con el sillón de Potsdam es uno de los pesos pesados del SPD y un hombre de gran prestigio en todo el país, el pastor protestante Manfred Stolpe, de 55 años.