La ley de Getxo

., Un estudio de atentados callejeros muestra en el País Vasco un mapa de auténticos puntos negros. El primero es Getxo (Vizcaya) y sus aledaños, que se ha constituido en una zona de alto riesgo para los automóviles de matrícula francesa. Una veintena de vehículos han sido atacados en dos años en este municipio de la margen derecha del Nervión, a 10 kilómetros de Bilbao.

En los últimos tres años, la mayor parte de los sabotajes contra autobuses y trenes de la empresa pública Eusko Trenbideak, han tenido Getxo como escenario. En ese periodo, de los 3 10 millones de pesetas en daño...

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., Un estudio de atentados callejeros muestra en el País Vasco un mapa de auténticos puntos negros. El primero es Getxo (Vizcaya) y sus aledaños, que se ha constituido en una zona de alto riesgo para los automóviles de matrícula francesa. Una veintena de vehículos han sido atacados en dos años en este municipio de la margen derecha del Nervión, a 10 kilómetros de Bilbao.

En los últimos tres años, la mayor parte de los sabotajes contra autobuses y trenes de la empresa pública Eusko Trenbideak, han tenido Getxo como escenario. En ese periodo, de los 3 10 millones de pesetas en daños sufridos por la compañía, 280 corresponden a ese municipio. La policía piensa en la existencia de un grupo bien organizado, integrado por no más de 10 personas.

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Sólo en noviembre pasado, Renfe registró 185 millones de pérdidas tras las manifestaciones por el asesinato del diputado de HB Josu Muguruza. Los incendiarios intentaron destruir hasta la estación de Villabona, en Guipúzcoa. El pasado día 20 quedó calcinado un tren en Rentería, con pérdidas de unos 150 millones , a raíz de la muerte de un presunto etarra en Pamplona.

Transportes Colectivos Sociedad Anónima (TCSA), de Bilbao, ha sufrido 200 millones en daños desde 1985, con 29 unidades destruidas de las 206 que fueron incendiadas en mayor o menor grado en incidentes de signo político. La compañía donostiarra de autobuses estima sus pérdidas en más de 50 millones en este año.

Los empleados de los transportes no son ajenos al peligro. El 27 de junio, un grupo de jóvenes que habían incendiado un tren rociaron con gasolina a un conductor que pretendía apagar el fuego.

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