Una 'gran manzana' junto al Nilo

EL Cairo sigue conservando la capitalidad cultural del mundo árabe

El Cairo tiene 14 millones de habitantes. Nada que envidiar a Nueva York. La ciudad, bella y viva, posee un ritmo cultural que la mantiene a la cabeza del mundo árabe. El conflicto del Golfo no tiene por ahora repercusiones visibles en la cultura.

La mayoría de los cairotas bastante tienen. con sobrevivir durante el día en el veraz y feroz caos de su ciudad, y por la noche lo único que pueden hacer es tragarse inefables series televisivas, tipo Cristal, exportables y exportadas a todos los países árabes. En las enrevesadas tramas aún no han aparecido referencias al Problema k...

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El Cairo tiene 14 millones de habitantes. Nada que envidiar a Nueva York. La ciudad, bella y viva, posee un ritmo cultural que la mantiene a la cabeza del mundo árabe. El conflicto del Golfo no tiene por ahora repercusiones visibles en la cultura.

La mayoría de los cairotas bastante tienen. con sobrevivir durante el día en el veraz y feroz caos de su ciudad, y por la noche lo único que pueden hacer es tragarse inefables series televisivas, tipo Cristal, exportables y exportadas a todos los países árabes. En las enrevesadas tramas aún no han aparecido referencias al Problema kuwaití.Pero cuando el paseante occidental ve que un vendedor de libros ocupa con su mercancía un chaflán entero de una plaza como la de Suleimán Pachá, en el centro, hay que preguntarse qué pasa aquí. Librerías más o menos ortodoxas existen en El Cairo por doquier, e incluso en la prensa se informa de sus últimas adquisiciones. Y los puestos de viejo, más o menos coránicos, son multitud.

La plástica es cosa de minorías, pero lo mismo destaca una exposición del autóctono El Gazzar -que posee un parecido artístico con el universo tenebrista de un José Hernández- que una muestra de obra gráfica de Henry Moore sobre la maternidad. Se anuncia para mediados de mes una exposición de esculturas múltiples de los españoles Miguel Berrocal y Paco Barón.

El teatro, abortado el Festival de Teatro Experimental por el primer susto de la invasión iraquí, algunos zaranduleros inquietos han decidido prescindir de esperar apoyos oficiales -el Ministerio de Cultura habló del festival "aplazado", "pero eso aquí quiere decir que adiós muy buenas", traduce el crítico Al Brataui- y montarse esta semana su propio festival de teatro libre.

Nuestro barrio

Hace 20 días se estrenó Historias de nuestro barrio, un musical basado en los cuentos del mismo título del premio Nobel Naguib Malifuz, dirigido por Kamal al Din Husein, con partitura de un popular compositor de música disco Alí Hemeida, que también interpreta un papel en la obra, junto a la actriz y cantante de mawawil -baladas románticas- Zeinab Yunis.El mundillo habla de la buena acogida en el reciente festival de Aviñón de Dayer Maydoor, un montaje del prestigioso grupo Al Uarsha (El Taller), dirigido por Hassan al Gereply. El personaje de Dayer, en realidad, es Ubu, y la obra, una adaptación del ciclo del inventor de la patafísica, Alfred Jarry, a la época de los mamelucos (siglos XIII al XVI), con su consiguiente lectura satírica sobre el día de hoy.

"Nuestra cultura, sin embargo, es la del café", dice Tamal Jaled, uno de los más famosos abogados, que en la época de Nasser defendió lo mismo a comunistas que a fundamentalistas islámicos. "Nuestro teatro más vivo es el café, donde cuando éramos jóvenes conspirábamos con el primero que llegaba, que solía ser el limpiabotas. Los tiempos cambian, y hoy se puede estar hablando en el café una tarde entera sin pronunciar la palabra Egipto".

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