Crítica:FLAMENCO

Andalucía sin ángel

El insólito programa, pues no se entiende muy bien qué podían hacer juntos Camarón y los de Híspalis, no llevó público a la Casa de Campo. En un recinto en el que pueden entrar, supongo, 40.000 o 50.000 personas, las 2.000 o 3.000 que nos reunimos allí andábamos como perdidas en el desierto.Y el espectáculo fue un poco trasunto de esa realidad. Abrió una desconocida Mariela Romero, que tiene voz agradable, se adorna con unas pinceladas de baile, pero todo lo que hace es de un marcado carácter discotequero.

Camarón cantó bien y largo, magníficamente secundado por Tomatito. Este mismo rec...

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El insólito programa, pues no se entiende muy bien qué podían hacer juntos Camarón y los de Híspalis, no llevó público a la Casa de Campo. En un recinto en el que pueden entrar, supongo, 40.000 o 50.000 personas, las 2.000 o 3.000 que nos reunimos allí andábamos como perdidas en el desierto.Y el espectáculo fue un poco trasunto de esa realidad. Abrió una desconocida Mariela Romero, que tiene voz agradable, se adorna con unas pinceladas de baile, pero todo lo que hace es de un marcado carácter discotequero.

Camarón cantó bien y largo, magníficamente secundado por Tomatito. Este mismo recital en otro lugar hubiera sido mucho más apreciado, aunque tampoco pueda decirse que fuera memorable. Pero aquí no se creó el clima necesario, no hubo emoción y no se estableció esa corriente comunicativa entre cantaor y audiencia que propicia las grandes noches flamencas. El desangelamiento general alcanzó también, sin merecerlo, al cantaor con más ángel de nuestro tiempo.

Lo mejor de Andalucía, en concierto

Mariela Romero. Camarón de la Isla, con Tomatito. Cantores de Híspalis. Madrid, auditorio de la Casa de Campo, 21 de septiembre.

Y Cantores de Híspalis ofrecieron ese espectáculo con todo dentro que llevan ahora, y que es una especie de ensaladilla rusa en que cabe cualquier cosa: salsa, música española, baile de cualquier género, chicas guapas, recitados... y también un poquito de sevillanas. Todo hecho con tanta grandilocuencia y pedantería que en ocasiones llegan a lo hortera. Lo andaluz verdadero es mucho más sencillo y directo.

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