Tribuna:ITALIA 90

La señora de Stojkovic

El personaje más mencionado por los que ocupaban delantera de televisión en los bares madrileños fue la señora de Stojkovic. Quizá no en todos los bares, pero sí en la media docena larga de la que aquí se hizo seguimiento durante el partido España-Yugoslavia, por lo que pudiera ocurrir. La realidad es que no ocurrió nada, aunque a punto estuvo. Había poca gente en los bares; donde más, 10 hombres y una nieta que comía polos. El abuelo se había situado delante del televisor y no paraba de hacer aspavientos. Entonces se le acercó un albañil y le espetó: "Estése quieto, jefe, porque los de detrás...

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El personaje más mencionado por los que ocupaban delantera de televisión en los bares madrileños fue la señora de Stojkovic. Quizá no en todos los bares, pero sí en la media docena larga de la que aquí se hizo seguimiento durante el partido España-Yugoslavia, por lo que pudiera ocurrir. La realidad es que no ocurrió nada, aunque a punto estuvo. Había poca gente en los bares; donde más, 10 hombres y una nieta que comía polos. El abuelo se había situado delante del televisor y no paraba de hacer aspavientos. Entonces se le acercó un albañil y le espetó: "Estése quieto, jefe, porque los de detrás no vemos y, nos tiene como los muñecos del pim-pam-pum". "¿Y qué quiere que haga, si puede saberse?", repuso. "No mover los pitones", le dijo. Pudo haber un asesinato, mas no lo hubo pues en aquel momento acaecía conato de gol en la portería yugoslava y los asendereados espectadores se pusieron a gritar.En un salón de juegos de la calle Alcalá alborotaban lo menos 100 críos frente a una pantalla gigante. El partido es que lo vivían. Los ¡huy!, los ¡ay!, los ¡penaltiii! se les oían desde la calle. La calle estaba prácticamente solitaria, el tráfico se redujo al mínimo y Madrid parecía el de los años 40, cuando sólo tenían coche los marqueses y los estraperlistas. "Debería haber partido todos los días", comentó un taxista, "pues ahorramos gasolina y disgustos. Si yo fuera el Gobierno, los subvencionaba".

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El taxista era un patriota y aseguraba, ¡por estas!, que sería capaz de dar algo muy suyo, si servía para el triunfo de la selección. Luego reflexionó: "¿Sabe lo que digo? Ojalá gane España y Ojalá no gane España". "No lo entiendo". Se explicó como un libro abierto: "Quiero que gane, porque soy español, y no quiero que gane porque soy taxista, y si gana, se va a armar la de Dios en Cibeles".

Mejor que por la calle se circulaba por los grandes almacenes. Apenas tenían clientes, ni siquiera en las secciones frecuentadas por mujeres, supermercado incluido. Eso de que a las niujeres no les importa el fútbol debe de ser un cuento. En el departamento de televisores se podía ver el partido en todo tipo de formatos, y sólo había vendedores para mirarlo.

Metió gol Yugoslavia y la gente de los bares mencionó a la señora de Stojkovic, mamá del jugador que perpetró la fechoría. Volvió a marcar, y lo mismo. La gente no paraba de repetir: "La madre que le parió a Stojkovic!". Sólo la incrición; ningún adjetivo, que la gente es muy respetuosa. Todo el mundo deseaba la victoria y, en cambio no extrañó la derrota. "Mientras los buitres y los micheles sean unos consentidos", por allí, "España, a palmar".

Al estridente pitido que anunciaba la eliminación de España, los madrileños se echaban a la calle de nuevo y tomaban Madrid. La señora de Stojkovic bien habría podido parir un probo funcionario, porque parió un futbolista chutón y, nos hizo polvo.

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