Un presidente en su sitio

Jandilla / Robles, Domínguez, Espartaco Toros de Jandilla, bien presentados, flojos y manejables. Julio Robles: ovación; palmas. Roberto Domínguez: ovación; ovación. Espartaco: oreja; vuelta. Plaza de Alicante, 20 de junio. Segunda corrida de Feria. Casi lleno.

El digno presidente del festejo, Luis Botello, no figura en la ficha que antecede a estas líneas, pero si lo hiciera el balance de su actuación, según el festivalero público, sería de tres broncas. Absolutamente injustas. Y todo por mantenerse en su sitio intentando a la vez mantener el respeto que debe poseer una plaza de segund...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Jandilla / Robles, Domínguez, Espartaco Toros de Jandilla, bien presentados, flojos y manejables. Julio Robles: ovación; palmas. Roberto Domínguez: ovación; ovación. Espartaco: oreja; vuelta. Plaza de Alicante, 20 de junio. Segunda corrida de Feria. Casi lleno.

El digno presidente del festejo, Luis Botello, no figura en la ficha que antecede a estas líneas, pero si lo hiciera el balance de su actuación, según el festivalero público, sería de tres broncas. Absolutamente injustas. Y todo por mantenerse en su sitio intentando a la vez mantener el respeto que debe poseer una plaza de segunda categoría.

Las primeras befas e insultos del cotarro fueron por denegar la segunda oreja a Espartaco en su primer enemigo, que como todos era una chochona aborregada y sin fuerzas. Espartaco se lo merendó facilón y profesional. Le aplicó su habitual lidia populachera, ventajista y sin clase en los muchos pases que le dio. Los tendidos alcanzaron el éxtasis cuando Espartaco se clavó de hinojos, y más cuando después le clavó al torillo el acero hasta las cintas.

El presidente cumplió el reglamento y otorgó la oreja solicitada por la mayoría del cotarro. Pero no se rindió al espartaquismo triunfante, como sucede en tantos otros pagos, y le negó la segunda. La segunda gran pitada la recogió por volver a aplicar el reglamento, al no cambiar al cuarto, que se rompió una pata en el transcurso de la lidia. El protagonismo del presidente culminó cuando tampoco concedió oreja a Espartaco, en el que cerró el aburrido festejo, tras una labor eléctrica y desabrida, aunque con muchas sonrisas. La petición fue menor y la autoridad decidió inclina r el fiel de la balanza hacia el no, siempre en su tan digno como incomprendido afán de no desprestigiar el remozado coso.

La reaparición de Roberto Domínguez, tras su percance en Toledo, no pasó de vulgar y pesada. Robles dibujó buenos muletazos con gusto en el primero, pero sin cruzarse ni un solo momento, por si acaso al acercarse a la ortodoxia le abroncaban a él también.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En