Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Arturo Pizarro, un nuevo valor

El último ejemplo de lo que, sin demasiado rigor, podríamos denominar escuela portuguesa de piano, se presentó el miércoles en el Auditorio Nacional, en Madrid, dentro del ciclo Medalla de Oro, organizado por la Fundación Isaac Albéniz. Se trata de Arturo Pizarro, un lisboeta de 22 años, premiado ya en los concursos internacionales Vianna da Motta 1987 y Palm Beach en 1988.Estudió con Sequeira Costa, quien a su vez había sido discípulo de Vianna. Otra pianista, de la generación anterior, Maria Joáo Pires, lleva el nombre de Portugal por el mundo, sin olvidar a Sergio Varella-Cid, María Campina...

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El último ejemplo de lo que, sin demasiado rigor, podríamos denominar escuela portuguesa de piano, se presentó el miércoles en el Auditorio Nacional, en Madrid, dentro del ciclo Medalla de Oro, organizado por la Fundación Isaac Albéniz. Se trata de Arturo Pizarro, un lisboeta de 22 años, premiado ya en los concursos internacionales Vianna da Motta 1987 y Palm Beach en 1988.Estudió con Sequeira Costa, quien a su vez había sido discípulo de Vianna. Otra pianista, de la generación anterior, Maria Joáo Pires, lleva el nombre de Portugal por el mundo, sin olvidar a Sergio Varella-Cid, María Campina, Nella Meissa, Helena de Costa, el legendario amigo y colaborador de Albéniz, Rey Colaço, además de dos compositores de origen y brillantez planística: Victorino d'Almelda y Jorge Peixinho.

Arturo Pizarro

Ciclo Medalla de Oro de la Fundación AlbénIz. Arturo Pizarro, pianista. Obra de Beethoven, Vianna da Motta, Chopin y Rachmarinov. Auditorio Nacional. Madrid, 6 de Junio.

En Arturo Pizarro, como en Sequeira, se alían tres factores fundamentales: virtuosismo de alto vuelo, musicalidad original y pensamiento sonoro de extraordinaria belleza. Sus versiones pueden no compartirse, pero será difícil no admirarlas. Intérprete muy de su tiempo, podría ser inscrito en la onda del yugoslavo Ivo Pogorelich por la visión particular y preciosista de cuanto interpreta.

La sonata Appassionata de Beethoven nos llegó resuelta con grandeza y de modo más firme en sus más difíciles valores (la arquitectura expresiva del primer movimiento, por ejemplo), que en el andante con moto, un tanto apresurado, mientras que el final descargó sobre el auditorio una verdadera tormenta virtuosística, pero siempre controlada, que se serenaría en la romántica Balada, de Vianna da Motta, donde la saudade, matización particular de la melancolía, domina el discurso.

Autor para concursos

La Polonesa -fantasía fue entendida por Pízarro con más de lo segundo que de lo primero; quiero decir, que primó un estilo improvisatorio sobre el mantenimiento del ritmo.Autor ideal para concursos, Rachmaninov quedará más en la historia musical por sus estudios, sus variaciones o sus hallazgos orquestales que por estas sonatas, la segunda de las cuales, de 1907, parece determinada por la sustancialidad pianística del gran ruso, contemporáneo y tan distante de Stravinsky y del mismo Scriabin.

Los aplausos prolongados dieron lugar a dos preciosas, vivas, plenas de acento y fantasía, propinas de Albéniz: Aragón y Castilla.

En suma, Arturo Pizarro está llamado a ocupar un puesto muy importante en la pianística actual, pues posee instinto, imaginación, comunicatividad y técnica completa.

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