Editorial:

Un año de Tiananmen

MAÑANA SE cumple el primer aniversario de la trágica matanza en la plaza de Tiananmen de Pekín. Los tanques causaron un elevado número de muertes -las cifras difieren según las fuentes- al aplastar la concentración estudiantil, apoyada por ingentes masas de todo el pueblo, en demanda de libertad. La represión subsiguiente se inició con salvajes ejecuciones y tomó luego diversas formas. Contra los estudiantes, obligados a seguir cursos de educación política en unidades militares. Una estricta vigilancia ideológica prima en universidades y en otros centros culturales. La prensa, sometida ...

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MAÑANA SE cumple el primer aniversario de la trágica matanza en la plaza de Tiananmen de Pekín. Los tanques causaron un elevado número de muertes -las cifras difieren según las fuentes- al aplastar la concentración estudiantil, apoyada por ingentes masas de todo el pueblo, en demanda de libertad. La represión subsiguiente se inició con salvajes ejecuciones y tomó luego diversas formas. Contra los estudiantes, obligados a seguir cursos de educación política en unidades militares. Una estricta vigilancia ideológica prima en universidades y en otros centros culturales. La prensa, sometida a una censura severísima.A la vez, la intervención brutal del Ejército fue el método utilizado por el sector conservador del Partido Comunista de China para adueñarse del poder y eliminar a los reformistas. Éstos habían logrado una influencia preponderante: a esa corriente pertenecieron los dos antiguos secretarios generales, Hu Yaobang y Zhao Ziyang, destituidos a causa de sus anhelos renovadores. Así, China ha seguido un camino distinto al de la inmensa mayoría de los países llamados socialistas. Con un Deng Xiaoping cada vez más marginado, por su edad y por el propio fracaso de su proyecto reformista, el actual hombre fuerte de China es Li Peng: tenía fama de centrista y cuenta ahora con el apoyo de los conservadores y de sectores tecnócratas que desean proseguir la reforma económica, enterrando a la vez toda liberalización política.

Después de Tiananmen hubo una ola de indignación popular y muchos Gobiernos hicieron enérgicas condenas verbales. Pero esa actitud se olvidó pronto. China es uno de los mayores países del mundo y EE UU considera esencial para su estrategia asiática mantener buenas relaciones con ella. Además, las relaciones económicas con China son beneficiosas para grandes corporaciones. No es casual que EE UU haya concedido a China el trato de "nación más favorecida" -que Bush acaba de prolongar hasta 1991-, gracias a lo cual el aumento de las exportaciones chinas ha sido considerable, hasta el punto de que el déficit comercial de EE UU con China alcanza 11.000 millones de dólares, sólo comparable al que tiene con Japón.

Pero la política realista de los Gobiernos no puede hacer que caiga en olvido el significado histórico de Tiananmen. Despertó una esperanza de libertad que sigue viva en amplias capas del pueblo, como lo confirma el testimonio de dirigentes estudiantiles que han logrado, con ayudas impensables, mantenerse clandestinamente en China o escapar al extranjero. Esa esperanza no ha sido borrada por la matanza del 4 de junio de 1989.

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