Crítica:ZARZUELA

Domingo, el gran Isidro

En los días de mi infancia y temprana juventud asistía con frecuencia a las representaciones de zarzuela de un cantante llamado Plácido Domingo y de una soprano, Pepita Embid por nombre que al fin contrajeron matrimonio, y en 1941, en una casa madrileña de la calle de Ibiza, esquina a Fernán González, dieron vida a Plácido Domingo II en la historia y primero en la fama.Nada más natural que el gran divo sienta por la zarzuela un amor entrañable, lo que se ad vierte en la misma manera de cantarla, decirla y frasearla. El martes, día del santo patrón de los madrileños, Plácido Domingo recogió una...

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En los días de mi infancia y temprana juventud asistía con frecuencia a las representaciones de zarzuela de un cantante llamado Plácido Domingo y de una soprano, Pepita Embid por nombre que al fin contrajeron matrimonio, y en 1941, en una casa madrileña de la calle de Ibiza, esquina a Fernán González, dieron vida a Plácido Domingo II en la historia y primero en la fama.Nada más natural que el gran divo sienta por la zarzuela un amor entrañable, lo que se ad vierte en la misma manera de cantarla, decirla y frasearla. El martes, día del santo patrón de los madrileños, Plácido Domingo recogió una nueva cosecha de triunfos de la mano de la soprano Carmen González, la mezzo Guadalupe Sánchez, la Orquesta Sinfónica de Madrid y Enrique García Asensio, el director.

Concierto de zarzuela

Plácido Domingo (tenor), Carmen González (soprano), Guadalupe Sánchez (mezzo). Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: E. García Asensio. Obras de Moreno Torroba, Giménez, Soutullo y Vert, Penella, Serrano, Caballero, Chapí y Sorozábal.Auditorio Nacional, 15 de mayo.

Romanzas y dúos de Moreno Torroba (Marchenera, Luisa Fernanda, Chulapona), Gerónimo Giménez (el autor quería dos g para su nombre y apellido y debemos respetar su voluntad), con su Luis Alonso y su polaca de El barbero de Sevilla; Soutullo y su inseparable Vert (muchos suponen que se trata de un solo autor), con El último romántico y La del soto del parral; Manuel Penella, hijo, con El gato montés; José Serrano, con Los claveles; Fernández Caballero, con otra alusión operística, El dúo de la africana; Pablo Sorozábal, con el madrileñismo modernizado de La del manojo de rosas, y, en fin, el gran Chapí, uno de los budas de la época, operetístico en El rey que rabió y racial en La revoltosa. Si bien se mira, con la excepción del madrileño Moreno Torroba, el vasco Sorozábal, el gallego Soutullo y el sevillano Giménez, se trató de una antología de autores levantinos.

Voz del público

Se prolongó mucho el programa, en un acto que excedió los límites del concierto para convertirse en una fiesta popular, en la que el público unió su voz, bastante afinada, para entonar la mazurca de Las sombrillas, de Torroba, o las seguidillas de La verbena, antes de demostrar que lo que verdaderamente conocía, en texto y solfa, era el chotis Madrid, del mexicano Lara.La preciosa voz media de Domingo, sus vibrantes agudos, su pasión comunicativa, dieron a La noche misteriosa o al No puede ser el impulso deseable, que se tornó de mayor fuerza al finalizar en aire de jota El dúo de la africana, en el estilizado casticismo de Madrileña bonita o Ese pañuelito blanco, que con otros regalos de la misma Chulapona arrancó nuevas aclamaciones. En suma, todos y cada uno de los números hicieron las delicias de un público admirativo hasta el delirio y participativo hasta la satisfacción. Lo escrito: Domingo, sus colaboradores excelentes y sus autores favoritos, protagonizaron no un concierto, sino una fiesta de zarzuela.

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