Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Tres valores portugueses

Ante un auditorio pleno de público volvió a tocar la pianista Maria Joao Pires, esta vez en unión de la orquesta Gulbenkian de Lisboa, dirigida por su actual titular, el chino Muhai Tang (Sanghai, 1949). En el programa se recordó a un crítico y compositor lisboeta muy entrañado en el ambiente musical español: Joly Braga Santos, nacido en 1924 y muerto en julio de 1988. Braga desempeñó durante años un papel protagonista en la vida musical de su país, a la que, junto a trabajos de organización, como su acción en favor de las juventudes musicales, contribuyó brillantemente con su considerable obr...

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Ante un auditorio pleno de público volvió a tocar la pianista Maria Joao Pires, esta vez en unión de la orquesta Gulbenkian de Lisboa, dirigida por su actual titular, el chino Muhai Tang (Sanghai, 1949). En el programa se recordó a un crítico y compositor lisboeta muy entrañado en el ambiente musical español: Joly Braga Santos, nacido en 1924 y muerto en julio de 1988. Braga desempeñó durante años un papel protagonista en la vida musical de su país, a la que, junto a trabajos de organización, como su acción en favor de las juventudes musicales, contribuyó brillantemente con su considerable obra de creación.

Lenguaje universal

Orquesta Gulbenkian de Lisboa

Director: Muhai Tang. Solista: Maria Joáo PIres, pianista. Obras de Wagner, Beethoven, Braga Santos y Mendelssohn. Auditorio Nacional. Madrid, 6 de marzo.

De formación muy varia (Luis de Freitas, en Lisboa, Virgilio Mortari, en Roma, Scherchen, en Venecia), Braga Santos amplió los horizontes composicionales de Portugal, y si en algunas ocasiones, tal en las muy bellas Variaciones sobre un tema alentejano, atendió a los valores tradicionales, en las más practicó un lenguaje universalista a través de una escritura de excelente traza. En sus conciertos (viola, plano, violonchelo), en sus piezas teatrales (Trilogía de las barcas, Viver o mourre) o en sus sinfonías, la quinta de las cuales fue premiada en la Unesco, el pensamiento musical, a cuya raíz portuguesa se injertaron importantes influencias centroeuropeas, evolucionó hasta lograr páginas comunicativas, grandiosas y tan bien pensadas como realizadas.La Sinfonietta escuchada ahora data de 1963 y muestra una magnífica continuidad y una textura compleja y transparente con alguna presión bartokiana, lo que también sucedía entre nosotros por aquellos años. Viva de ritmo, contrastada de expresión, la obra merecería figurar en el repertorio, sobre todo si se transmite en versiones tan primorosas como la de la orquesta Gulbenkian y el maestro Muahi Tang.

Maria Joao Pires tocó el Cuarto concierto de Beethoven y lo hizo de una manera prodigiosa. Pocas veces nos será dado escuchar una interpretación de esta obra tan exacta en sus valores objetivos como en su inserción en el momento histórico que representa, verdadero filo de la navaja entre el clasicismo vienés y el romanticismo instaurado por Beethoven. Sonido, fraseo, respiración, acentos, agilidades, sabio uso del pedal, plan dinámico, todo, absolutamente todo, estuvo al servicio de una visión personal de auténtica maestra.

El triunfo de Maria Joao Pires fue excepcional y se vio beneficiado de la buena colaboración de la orquesta y su maestro, quienes además lograron una virtuosista Sinfonía italiana y un apresurado y superficial Idilio de Sigfrido, despachado en apenas 12 minutos. "¡El dichoso dinamismo!", como decía Conrado del Campo.

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