Crítica:'ROCK'

Los caminos del 'blues'

Veintiséis años después, Ten Years After actuaron en Madrid. El legendario grupo británico colgó el cartel de no hay billetes en la sala Jácara, reuniendo a un público heterogéneo, ansioso por practicar un comedido ejercicio nostálgico. Así, el concierto se convirtió en un paseo relajado por los caminos del blues, en el que músicos y oyentes disfrutaban con los paisajes paralelos, con las pinceladas de rock and roll, rhythm and blues y heavy metal que colorearon casi dos horas de espectáculo.

La grandeza de este grupo fue saber adaptar un género negro como el...

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Veintiséis años después, Ten Years After actuaron en Madrid. El legendario grupo británico colgó el cartel de no hay billetes en la sala Jácara, reuniendo a un público heterogéneo, ansioso por practicar un comedido ejercicio nostálgico. Así, el concierto se convirtió en un paseo relajado por los caminos del blues, en el que músicos y oyentes disfrutaban con los paisajes paralelos, con las pinceladas de rock and roll, rhythm and blues y heavy metal que colorearon casi dos horas de espectáculo.

Género negro

Ten Years After

Alvin Lee (guitarra y voz), Leo Lyons (bajo), Rick Lee (batería) y Chick Churchill (teclados). Madrid. Sala Jácara, 15 de enero.

La grandeza de este grupo fue saber adaptar un género negro como el blues al gusto de muy variados públicos blancos; juguetearon en su día con el rock clásico, apuntaron destellos sinfónicos, probaron suerte con un difícil jazz duro y acelerado, y sobre todo hicieron de nexo de unión con un heavy-rock entonces en plena gestación. Hoy aún conservan esa pasión por la respetuosa fusión de estilos, y en su actuación madrileña dieron toda una lección de eclecticismo bien entendido al ritmo de Johnny B. Good, Little Quenie y otros clásicos. Tampoco faltó I'm goin' home, la canción que interpretaron en 1969 en el festival de Woodstock y que se convirtió con el paso del tiempo en su himno particular. El público disfrutó enormemente recordando un pasado brillante, repleto de recuerdos, que se presentaba bajo un aspecto inusualmente fresco y creíble.El guitarrista y cantante Alvin Lee es el 90% de la banda. Bajo, batería y teclados, miembros del grupo desde 1967, acaban convertidos en una mera anécdota, eclipsados por la fuerza de un hombre al que los comentaristas calificaron en su día como "la guitarra más rápida de los años setenta". Lee posiblemente no sea tan veloz como antaño, pero mantiene el carisma de sus mejores tiempos, una innegable clase y una contagiosa energía.

Poco más se puede pedir a un músico veterano, que ha vivido innumerables momentos amargos y ha sabido mantenerse fiel a unos principios estilísticos. Presentaron las canciones de su nuevo disco, titulado About time, mezclándolas hábilmente con temas de los viejos discos del grupo y de sus respectivas carreras en solitario. Quince discos y un centenar de canciones quedaron resumidos en 90 minutos intensos, bien estructurados en su ritmo y con una dosificada carga emocional.

Un sonido aceptable, con la guitarra en primer plano, se alejó de los esquemas marcados en los últimos tiempos por Terry Manning, productor de ZZ Top y George Thorogood y responsable del actual sonido de estudio de Ten Years After. La sensación de bloque que transmite el álbum se pierde totalmente en escena, puesto que Alvin Lee se convierte en un arrebatador líder que no duda en marcar el ritmo que le interesa, bien enloquecidamente rockero o bien cadencioso y cálido; sus compañeros no tienen más opción que seguirle y esperar a que, en el ecuador del concierto, el guitarrista les ceda unos minutos para desahogarse con alguna improvisación.

Música atemporal

La presencia del cuarteto británico en España se ha desarrollado, por tanto, de un modo muy distinto a como preveían los más agoreros, aquellos que adelantaban la autodestrucción de un mito en unos conciertos motivados por necesidades económicas. Ten Years After demostraron no vivir anclados en un pasado borroso, y disfrutaron con su música atemporal tanto como la gente que se acercó a verles. La leyenda continúa vigente, y apoyándose en una guitarra recuerda que los innumerables caminos del blues siguen abiertos.

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