Cartas al director

La tragedia del río Matachel

Si lo que desea el señor Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta de Extremadura, con el artículo publicado el 19 de diciembre pasado en EL PAÍS, es lavar sus manos en la tragedia del río Matachel, en la que lamentablemente murieron dos cazadores furtivos, he de decirle que dicho artículo no le exculpa de su responsabilidad, dado el puesto que ocupa.Cuando un incidente, de cualquier cariz, acontece, los responsables políticos, su caso, señor Rodríguez, están inmersos en él.

Su frase de contrición "Yo sí siento esa nausea, ese remordimiento y esa impotencia por no haberme sabido enfrenta...

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Si lo que desea el señor Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta de Extremadura, con el artículo publicado el 19 de diciembre pasado en EL PAÍS, es lavar sus manos en la tragedia del río Matachel, en la que lamentablemente murieron dos cazadores furtivos, he de decirle que dicho artículo no le exculpa de su responsabilidad, dado el puesto que ocupa.Cuando un incidente, de cualquier cariz, acontece, los responsables políticos, su caso, señor Rodríguez, están inmersos en él.

Su frase de contrición "Yo sí siento esa nausea, ese remordimiento y esa impotencia por no haberme sabido enfrentar con éxito a esos señores feudales" no es suficiente. Es necesario que un presidente regional algo más que frases de impotencia. En primer lugar, debería haber tomado medidas a priori para evitar esas consecuencias o haberlas exigido a las autoridades pertinentes. Y, en segundo lugar, si es cierto que siente "... esa impotencia...", debería haber dimitido de sus funciones desde el momento en que fue consciente de ello.

Los siete millones de madrileños, a los que usted tacha de centralistas, "... cortesanos madrileños, esos seres extravagantes que tildan de provincianos a los más de 30 millones que viven en la periferia...", no ostentaron, no ostentan ni parece que vayan a hacerlo, ningún poder que no sea el suyo propio, a saber, el de su municipio o el de Ia Comunidad de Madrid.

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El lastre de dar albergue al Ejecutivo nacional en su capital hace a ciertos desinformados confundir a sus habitantes con miembros de Cortes absolutistas dieciochescas, juntas militares bananeras o similares.

La "... dormida capital de España..." no es tal. Madrid, usted la conoce bien, es una ciudad a veces demasiado viva y difícil para sus 'habitantes. ¿Pero tal vez usted se refiera a los responsables gubernamentales nacionales?

Esto sería una flagrante confusión de identidades y, parece menester, una disculpa por su parte a esos habitantes del centro peninsular cuya única culpa es vivir en su región.-

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