Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Dos solistas entre la pasión y la razón

Alicia de Larrocha inauguró el sábado por la noche en la sala sinfónica del Auditorio Nacional el nuevo ciclo de Ibermúsica Piano 2000, en el que, a lo largo del curso, actuarán Barenboim, Demus, Oppitz, Weissenbeg, Pires, Bashkirov, Perchia y Rosa Torres Pardo. De Alicia de Larrocha (Barcelona, 1923) se ha escrito y dicho todo. Su Iberia, grabada íntegramente tres veces, es legendaria; sus Noches en los jardines de España y su Fantasía bética, resultan un modelo de rigor pues, como quería Falla, no roza nunca, ni siquiera de lejos, el pintoresquismo; su Granados es...

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Alicia de Larrocha inauguró el sábado por la noche en la sala sinfónica del Auditorio Nacional el nuevo ciclo de Ibermúsica Piano 2000, en el que, a lo largo del curso, actuarán Barenboim, Demus, Oppitz, Weissenbeg, Pires, Bashkirov, Perchia y Rosa Torres Pardo. De Alicia de Larrocha (Barcelona, 1923) se ha escrito y dicho todo. Su Iberia, grabada íntegramente tres veces, es legendaria; sus Noches en los jardines de España y su Fantasía bética, resultan un modelo de rigor pues, como quería Falla, no roza nunca, ni siquiera de lejos, el pintoresquismo; su Granados es algo tan familiar que sirve de guía a muchos otros intérpretes; su Beethoven alcanza considerable altura, su Scarlatti y su Soler, a través de un largo proceso de depuración, resultan hoy admirables. Al mismo tiempo tiene nuestra pianista su buena y medida dosis de poesía para Chopen o Fauré.En su recital de ahora, Larrocha nos propuso dos Impromptus (en do menor y en la bemol mayor) y la Sonata en La mayor, opus 120, de Schubert. Yo no sé si la alta cuota de racionalista que determina el hacer de nuestra pianista es la más conveniente para un autor como Schubert cuyos pentagramas escapan a planteamientos demasiados lógicos para internarse en una magia sutitilísima hecha de muchos, pero sustantivos, pequeños detalles, enipezando por una invención del sonido y continuando con una minuciosidad en acentos, retenciones y respiraciones, que hace de cualquiera de las formas practicadas por el músico vienés enteros universos de fantasía. Dudas aparte, Alicia tocó en maestra. Sólo la aparente simplicidad con que resuelve todos los problernas técnicos ya penetra en el mundo de lo artístico y dificilinente explicable.

Ciclo Piano 2000

Recital de Alicia de Larrocha. Obras de Schubert, Esplá, Albeniz y Falla. Auditorio Nacional. Madrid, 16 de diciembre.Orquesta Nacional de España Director: Gómez Martínez. Solista: S. Marcovici, violín. Obras de Sibelius y Chaikovski, Auditorio Nacional. Madrid, 15 de diciembre.

En la segunda parte, consagrada a autores españoles, nuestra pianista extrajo de la Suite característica, de Oscar Esplá, conclusiones reveladoras, de modo particular y cimero en la Ronda y en la Sonatina playera, característica de un momento estético español -con Falla como hermano mayor y Halffter como hermano rnenor- pero inequívocamente personal.

Después se sumergió en ese extraño, original y moderno Albéniz que rencia La vega que, aun siendo diferente, nada tiene que envidiar a las piezas de Iberia. Para terminar, antes de los muy solicitados bises, escuchamos la Fantasía bética, la más trascendente intronspección de Manuel de Falla en lo jondo, mcomprendida en los años 20, incluso por su destinatario., Arturo Rubnstein, y triunfadora hoy a traves de versiones como la que hace Alicia. El éxito fue grande pero, una vez más, el aLiditorio no se llenó, lo que me parece bastante incomprensible.

Tampoco estuvo lleno en el concierto el viernes con la ONE, dirigida por Gómez Martínez, enel que Silvia Marcovici (Bacau, Rumanía, 1952), esa violinista toda fantasía, precisión y hermosura de sonido realizó prodigios en el cálido y grave Concierto en re menor de Sibellus. Si se tiene en cuenta que, por indisposición de la solista, la obra no pudo ensayarse, hay que valorar especialmente el trabajo del director granadino, quien en la segunda parte, separándose de la rutina, programó la Primera sinfonía (Sueños de invierno), de Tchaikovsky. Es obra menos valiosa que las últimas sinfonías pero siempre digna de escucharse.

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