Paisaje de luna

Checoslovaquia, escenario de la más salvaje destrucción de la naturaleza

Bohemia Norte. El paisaje ha perdido la carrera contra el tiempo. Extensiones de troncos, en otro tiempo un bosque, aparecen hoy rapados y quemados por el propio aire. Hoy ya forman un teatro espeluznante. Es el llamado paisaje de luna, hectáreas y hectáreas de color gris, restos de árboles asesinados por la lluvia ácida, el humo y la industria. La ecología en Checoslovaquia languidece, y ni la lucha organizada ecologista alcanza ya a parar la destrucción sistemática de la naturaleza que aquí se ha hecho corriente.

ENVIADA ESPECIALLa destrucción del medio ambiente ha alcanzado tal grado...

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Bohemia Norte. El paisaje ha perdido la carrera contra el tiempo. Extensiones de troncos, en otro tiempo un bosque, aparecen hoy rapados y quemados por el propio aire. Hoy ya forman un teatro espeluznante. Es el llamado paisaje de luna, hectáreas y hectáreas de color gris, restos de árboles asesinados por la lluvia ácida, el humo y la industria. La ecología en Checoslovaquia languidece, y ni la lucha organizada ecologista alcanza ya a parar la destrucción sistemática de la naturaleza que aquí se ha hecho corriente.

ENVIADA ESPECIALLa destrucción del medio ambiente ha alcanzado tal grado en Checoslovaquia que "alimento contaminado" es ya un concepto cotidiano. Se bebe agua mineral porque la del grifo no se puede Corren consignas entre las amas de casa sobre lo que sé puede y no comprar. Cerdo mejor que vaca, pues ese animal no come directamente la hierba podrida a base de abonos químicos. Nada de entrañas. Para hígado, el de ternera, que para eso es joven. Y, por supuesto, para beber, de leche normal. Un poco de leche en polvo, agua mineral, y el biberón."Estudios científicos han demostrado que si una persona bebe aquí dos litros de leche diarios durante tres semanas, tiene altas posibilidades de padecer cáncer", cuenta una ecologista checoslovaca. Monika ha participado en las Brigadas Voluntarias de Protectores de la Naturaleza. Armados de pala y azada, con el bono para el viaje, grupos de jóvenes viajan cinco veces al año a Bohemia a plantar pinos y abetos en el desierto de ramas que es el paisaje de luna.

De los 1.200 pinos plantados en cada viaje, sobrevive una quinta parte. La lluvia ácida, los insectos, el aire podrido de las plantas industriales ha quitado toda capacidad reproductiva a los suelos y las especies vegetales. A su lado, plantas eléctricas químicas, textiles y las minas de lignito.

La dejadez es la gran culpable del desastre de esta tierra enferma. A pesar de la obligación de depuración, del uso de buenos abonos y de más medidas protectoras, los responsables prefieren pagar la multa ante el inspector de turno a instalar esos equipos, dicen los ecologistas.

Los aún dirigentes comunistas de Checoslovaquia disponen de sus propios campos de alimentos. Al igual que contaban hasta hace poco con su propio hospital, el mejor de este país, cultivan sus propias verduras y frutas con abonos naturales.

Por todo esto, la reivindicación ecologista forma parte de la protesta que ha tumbado a la cúpula comunista en Praga. El Foro Cívico, agrupación opositora, lo incluye en su programa como uno de los puntos prioritarios. Y ya están surgiendo otros grupos que abanderan en distintas regiones esta lucha urgente por intentar contener los desastres.

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