Cartas al director

Estrechez regionalista

En un número reciente de EL PAÍS leí una carta al director firmada por Alfredo Alameda en la que, tras informar de las torturas que desde 1983 vienen padeciendo los vecinos de Villanueva del Pardillo como consecuencia de la instalación en el municipio de un centro de vuelo de ultrarridososultraligeros, así como de lo infructuoso de sus denuncias al respecto, solicita el apoyo de su periódico para defender el medio ambiente contra esos atronadores monstruos aéreos "a nivel de nuestra comunidad autónoma [Madrid]". ¿Por qué, don Alfredo, tamaña estrechez regionalista? Hace escasamente dos semanas...

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En un número reciente de EL PAÍS leí una carta al director firmada por Alfredo Alameda en la que, tras informar de las torturas que desde 1983 vienen padeciendo los vecinos de Villanueva del Pardillo como consecuencia de la instalación en el municipio de un centro de vuelo de ultrarridososultraligeros, así como de lo infructuoso de sus denuncias al respecto, solicita el apoyo de su periódico para defender el medio ambiente contra esos atronadores monstruos aéreos "a nivel de nuestra comunidad autónoma [Madrid]". ¿Por qué, don Alfredo, tamaña estrechez regionalista? Hace escasamente dos semanas, un grupo de vecinos, propietarios y residentes en Arcones (Segovia) presentamos en el Ayuntamiento de esta localidad un escrito solicitando la prohibición de tales vuelos ultrarruidosos sobre toda la extensión de dicho término municipal, incurriendo quizá al hacerlo en análoga estrechez localista a la que en esta carta le reprocho. Quépanos la disculpa de ser éste sólo nuestro primer paso en una campaña que -ahora lo veo claro y espero esté usted de acuerdo- debe concluir en el europeísta seguimiento del ejemplo suizo: la prohibición de los vuelos de ultraligeros en todo el territorio nacional.Como es muy posible que quienes no padecen la desgracia de ser torturados por esos gamberros del aire encuentren desmesurada tal prohibicionista aspiración, espero se me disculpe la sucinta enumeración de nuestro particular memorial de agravios. La madre naturaleza parecía haber predestinado a Arcones a la paz y el sosiego que nuestra civilización parece impedir por doquier, hasta que en el verano de este año el hado funesto hizo coincidir la generosidad de la Junta de Castilla y León (que concedió a Arcones cuatro perras para transformar unas viejas escuelas en un centro de aprendizaje de vuelos ultraligeros), la inconsciencia de una corporación municipal a la que el bienestar de sus vecinos no preocupa lo más mínimo y el sadismo deportivo de un grupo de voladores autistas. Resultado: durante todo el verano y fines de semana posteriores, un número creciente de invasores del aire se ha dedicado a fisgonear en nuestros patios, poner en peligro de incendio nuestras casas, asustar al ganado, aterrorizar a los pájaros y ensordecer a los paseantes, sin que las crecientes protestas ante tanto desastre hayan incitado al Ayuntamiento a salir de su cómplice pasividad. Dado que las autoridades locales de Villanueva del Pardillo, como las de Arcones, parecen mostrar una incomprensible permisividad ante esta creciente agresión al medio ambiente, quizá haya que exigir responsabilidades en más altas instancias y recordar al Ministerio de Transportes que sería mucho más europeo homologar nuestra legislación sobre medio arnbiente a la vigente en un país ejemplar a ese respecto, como Suiza, que dilapidar nuestro patrimonio en faraónicos proyectos como el tren de alta velocidad.-

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