Cartas al director

Muros y Libertad

Los llaman así y es porque hay unos alemanes que han nacido y vivido en una Alemania y ahora preferirían vivir en la otra, la otra Alemania. Cuando unos trenes les facilitan la salida, pues se les pone por nombre trenes de la libertad

El problema es que nadie nos dice en qué consiste la palabra libertad. Y otro problema es el irremediado complejo de superioridad que padece Occidente. Nos creemos que hemos inventado la rueda y que cuando a alguien se le concede nuestra ciudadanía ya le hemos dado entrada en el Paraíso.

El repaso de algunas publicaciones de...

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Los llaman así y es porque hay unos alemanes que han nacido y vivido en una Alemania y ahora preferirían vivir en la otra, la otra Alemania. Cuando unos trenes les facilitan la salida, pues se les pone por nombre trenes de la libertad

El problema es que nadie nos dice en qué consiste la palabra libertad. Y otro problema es el irremediado complejo de superioridad que padece Occidente. Nos creemos que hemos inventado la rueda y que cuando a alguien se le concede nuestra ciudadanía ya le hemos dado entrada en el Paraíso.

El repaso de algunas publicaciones de esta Alemania, la que está del lado de acá del telón de acero, revela aspectos interesantes. En entrevistas directas a quienes ya lo han cruzado, el telón, les preguntan qué es lo que más les gusta de su nueva vida, y -en las que he leído yo- la mayoría se muestran encantados por poder comprar perfumes Channel y modelitos de Dior. O cosas por el estilo.

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Personalmente, estoy segura de que un día caerán el telón de acero, la muralla china y hasta el complejo de superioridad de Occidente.

Pero, personalmente, considero también que el más peligroso de los tres es el tercero. El Pacto de Varsovia es corno es y no lo va a cambiar nuestra convicción de que son los malos de la película. Si el movimiento se demuestra andando, la democracia se demuestra comprendiendo, tolerando y respetando, y, nos guste o no, ellos son el segundo mundo -puesto que nosotros somos el primero, claro está-, un mundo al que contempla cerca de un siglo de existencia y en el que viven muchos cientos de millones de seres que jamás han conocido otra forma de vida. Una forma de vida que ha alimentado masas hambrientas y, porque ahora están alimentadas, se pueden dar el lujo de ir pensando en la libertad.

Si Occidente se muestra tan amable no es porque le preocupe la falta de libertad de nadie. Es porque necesita vender sus excedentes de producción.-

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