34º FESTIVAL DE VALLADOLID

Israel, Alemania Occidental y Canadá presentan tres películas insólitas y de ruptura

El verano de Aviya, realizado por el israelí Eli Cohen; Speaking parts, filme del canadiense Atom Egoyan, y Leche de otoño, obra del alemán occidental Joseph Vilsmaier, son tres películas que llevan auténtico cine dentro, y cine insólito, en línea de ruptura. También en Valladolid se deja ver lo ya visto en los últimos festivales internacionales, un hecho de gran importancia para el cine mundial: que algo está cambiando en él, que los criterios de producción establecidos están rompiéndose y que surgen síntomas cada vez más evidentes de una nueva sensibilidad y un nuevo estilo.

El cineas...

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El verano de Aviya, realizado por el israelí Eli Cohen; Speaking parts, filme del canadiense Atom Egoyan, y Leche de otoño, obra del alemán occidental Joseph Vilsmaier, son tres películas que llevan auténtico cine dentro, y cine insólito, en línea de ruptura. También en Valladolid se deja ver lo ya visto en los últimos festivales internacionales, un hecho de gran importancia para el cine mundial: que algo está cambiando en él, que los criterios de producción establecidos están rompiéndose y que surgen síntomas cada vez más evidentes de una nueva sensibilidad y un nuevo estilo.

El cineasta israelí Eli Cohen y el de la República Federal de Alemania (RFA) Joseph Vilsmaier, sin ser conocidos internacionalmente, son solventes profesionales, que están avalados por una trayectoria larga en casi todos los oficios del cine.Cohen procede de la Universidad de Tel Aviv y su carrera cinematográfica comienza en la televisión de su país, donde se formó y decantó como documentalista a lo largo de los últimos 20 años.

En El verano de Aviya, que es su segundo largometraje de ficción, Cohen pone en la pantalla esta sabiduría documental y la pone al servicio de una historia verídica, muy sencilla y conmovedora, que sabe narrar con una capacidad poco común para ir al grano y un desdén evidente por los ornamentos, lo que es muy coherente con sus años de aprendizaje cámara en mano ante los sucesos de la realidad.

Es un filme tan inmediato y tan creíble que, aunque tiene forma de ficción, no lo parece. Un asunto muy amargo y patético es reelaborado en la pantalla con un instinto del realismo y una sinceridad que lo convierten en una gota más dentro de la corriente imparable de cine en busca de su identidad perdida, o cuando menos adulterada, por el contagio de la estética del telefilme.

Curtido fotógrafo

Vilsmaier era hasta Leche de otoño un curtido fotógrafo de la industria cinematográfica de la República Federal de Alemania.En este filme sigue siendo fotógrafo, además de director. Uno y otro se entienden a la perfección y nos dan en común una imagen tan creíble como la de Cohen, pero de lo contrario que el filme de este último. Si el israelí exponía las secuelas de una víctima del nazismo, el alemán indaga en el subsuelo del nazismo, en el universo rural alemán, y en concreto bávaro, bajo el régimen de Hitler. Otra gota más que añadir a esa referida corriente de recuperación del verdadero cine.

Finalmente, el canadiense de origen egipcio y armenio Atom Egoyan se sube con Speaking parts al tren bien engrasado puesto en marcha hace un año por su vecino del sur Steven Soderbergh con Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Egoyan explora a su manera los caminos que esta película norteamericana está abriendo prácticamente en todo el mundo. Es decir, un nuevo impulso para la recuperación del cine por el cine.

Las tres películas, junto con otras ya exhibidas en la sección oficial de la Semana Internacional de Cine (Seminci), de Valladolid -entre ellas Una áspera estación blanca, Cinema Paradiso y Grandes ambiciones, película británica excluida de la competición por haberse estrenado en Barcelona antes de finalizar este festival, en el que concursaba- son parte de un esfuerzo inteligente por parte de la Seminci para mostrar ahora en España que los signos distintivos del cine genuino siguen existiendo, sobre todo en la producción no convencional, y que bajo la invasión indiscriminada del comercio audivisual el cine como arte se está abriendo paso de manera irremediable.

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