Mutismo en la negociación entre Londres y Buenos Aires

Las delegaciones británica y argentina empezaron ayer a negociar en la residencia del ministro-consejero de la Embajada del Reino Unido en la capital española la normalización de relaciones entre los ex beligerantes de la guerra de las Malvinas de 1982 en medio de un absoluto mutismo informativo, aunque en un relativo buen ambiente puesto de manifiesto por Crispin Tickell, jefe de la delegación británica y embajador en las Naciones Unidas.

Tickell, que fue el primero en llegar a las diez de la mañana a la avenida de Ahones, tan sólo custodiada por una pareja de policías nacionales, ...

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Las delegaciones británica y argentina empezaron ayer a negociar en la residencia del ministro-consejero de la Embajada del Reino Unido en la capital española la normalización de relaciones entre los ex beligerantes de la guerra de las Malvinas de 1982 en medio de un absoluto mutismo informativo, aunque en un relativo buen ambiente puesto de manifiesto por Crispin Tickell, jefe de la delegación británica y embajador en las Naciones Unidas.

Tickell, que fue el primero en llegar a las diez de la mañana a la avenida de Ahones, tan sólo custodiada por una pareja de policías nacionales, en la zona residencial del Parque Conde de Orgaz, de Madrid, no dudó en declarar sonriente que estaba "muy contento de ver de nuevo a mi amigo argentino".

El negociador británico confirmó que había pactado el lunes con su homólogo argentino, Lucio García del Solar, "no hacer comentarios [a la Prensa] sobre ninguno de los aspectos tratados durante las conversaciones". El jefe de la delegación argentina llegó poco después pero no despegó los labios ante los micrófonos.

A pesar de la cerrazón informativa es sabido que el primer tema en la agenda era la consecución de un acuerdo, que no plantea excesivas dificultadas, en el que ambas partes se comprometan a no interpretar la reunión de Madrid como una renuncia a su soberanía sobre las islas Malvinas o, en el caso argentino, a su revindicación de soberanía.

Si se resuelve este punto los argentinos ofrecen a la otra parte "borrar las consecuencias del conflicto" a lo que sus interlocutores parecen dispuestos aunque con menos prisas que Buenos Aires y a condición de que Argentina abrogue previamente el estado de guerra aún en vigor.

Los argentinos lo consideran jurídicamente innecesario porque, recuerdan, no hubo declaración formal de hostilidades, pero podrían acceder a ello a cambio de la supresión por el Reino Unido de la zona de exclusión económica de 240 kilómetros en torno al archipiélago austral, que les priva de abundantes recursos pesqueros.

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El restablecimiento de relaciones consulares y la reanudación de las comunicaciones aéreas y marítimas entre ambos países es el objetivo de la reunión de Madrid que, aunque debería concluir hoy, puede prorrogarse hasta el jueves como dio a entender Tickell al afirmar: "Si tenemos que seguir más tiempo, lo haremos".

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