Un planeta de fábula

T. C. La sonda espacial norteamericana Voyager 2 se ha convertido en la vedette científica del año por méritos propios y de sus creadores. Por vez primera, un artefacto automático, construido con tecnología de hace 18 años y lanzado al espacio hace 12, se ha acercado a los confines del sistema solar para mostrarnos un nuevo mundo de color y fantasía. Cada cuatro horas y seis minutos, que es el tiempo que tardan én llegar las señales desde la nave a la tierra, los técnicos nortemericanos se ven sorprendidos con nuevos datos y fotografias sobre Neptuno y sus anillos, su atmósfera ...

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T. C. La sonda espacial norteamericana Voyager 2 se ha convertido en la vedette científica del año por méritos propios y de sus creadores. Por vez primera, un artefacto automático, construido con tecnología de hace 18 años y lanzado al espacio hace 12, se ha acercado a los confines del sistema solar para mostrarnos un nuevo mundo de color y fantasía. Cada cuatro horas y seis minutos, que es el tiempo que tardan én llegar las señales desde la nave a la tierra, los técnicos nortemericanos se ven sorprendidos con nuevos datos y fotografias sobre Neptuno y sus anillos, su atmósfera o sus satélites.

La gran mancha azul oscura situada en el ecuador del planeta, que puede ser un enorme huracán rodeado de nubes de metano blancas, y que está en constante movimiento, ha fascinado a los científicos tanto o más que la gran mancha roja descubierta en Júpiter. La atmósfera de Neptuno está compuesta de hidrógeno y helio, pero la presencia del metano le da ese tono azulado y gris tan sugerente a este planeta de 49.000 kilómetros de diámetro.

Los anillos, que en un principio se creía que eran incompletos, ahora resulta que rodean todo el planeta, aunque en unas zonas su composición es menos densa. Los científicos siguen dudando acerca de su composición, pero se cree que están formados por restos de rocas, hielo y partículas de polvo estelar. La sonda ha descubierto hasta ahora cuatro nuevas pequeñas lunas de Neptuno, que vienen a agruparse a las ya conocidas Nereida y Tritán. Pero quien sin duda está fascinando más a los científicos es Tritón, un bello satélite del tamaño de la Luna terrestre que gira al contrario que el resto de los astros de esta galaxia.

Su atmósfera es de metano y quizá nitrógeno lo que le da una tonalidad entre rosada y roja, mientras que en el hemisferio sur tiene una sorprendente mancha azul. "Es lo único azul que hemos visto sobre un satélite desde el lanzamiento del Voyager 2", ha comentado Bradford Smith, uno de los principales responsables de esta misión.

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