Si eres feo, bajito o vistes hortera no lo intentes

La mayoría de los locales públicos incumplen la normativa legal sobre 'el derecho de admisión'

Colgar en la puerta de un local público un cartel que diga: "La empresa se reserva el derecho de admitir a negros, gitanos, extranjeros, heavies o señores con bigote" es posible gracias a un reglamento policial aprobado por el Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD) en 1982, que en opinión de los juristas tiene claros matices inconstitucionales. Cada vez son más numerosos los locales que utilizan el tradicional "reservado el derecho de admisión" o métodos similares, sólo que más expeditivos, para limitar arbitrariamente el acceso de los ciudadanos a lugares públicos.Unas zapatilla...

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Colgar en la puerta de un local público un cartel que diga: "La empresa se reserva el derecho de admitir a negros, gitanos, extranjeros, heavies o señores con bigote" es posible gracias a un reglamento policial aprobado por el Gobierno de Unión de Centro Democrático (UCD) en 1982, que en opinión de los juristas tiene claros matices inconstitucionales. Cada vez son más numerosos los locales que utilizan el tradicional "reservado el derecho de admisión" o métodos similares, sólo que más expeditivos, para limitar arbitrariamente el acceso de los ciudadanos a lugares públicos.Unas zapatillas deportivas, los calcetines blancos, un pantalón vaquero y una camiseta de los Gun's and Roses tuvieron la culpa de que un joven de Móstoles visitara, sin quererlo, la clínica del barrio. A la puerta de la sala de fiestas Edén esperaban los gorilas que velan por el normal funcionamiento del local. No tardó mucho en recorrer los 200 metros que separan la sala del hospital. Los porteros sólo se habían limitado a cumplir la estricta orden de la empresa propietaria de la discoteca: ejercer el "derecho de admisión".

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Para el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad ole Barcelona, Miguel Angel Aparicio, la persona injustamente discriminada deberá dirigirse a las autoridades gubernativas y, en su caso, a la autoridad judicial ordinaria. En definitiva, no existe ningún derecho de admisión de libre utilización por el titular de un negocio que desarrolla una actividad pública".

"El derecho de admisión", continúa Aparicio, "aparece como una facultad del derecho a la propiedad privada. Pero, incluso ila propiedad privada está supeditada a su función social. Cuando se ejerce una actividad pública, dentro de un edificio privado, las únicas limitaciones de acceso al mismo no pueden venir dadas por la existencia de un ¡liinitado derecho de propiedad, sino por la naturaleza de la actividad pública que se ejerce. Esa naturaleza limita necesariamente la libertad de acción del titular del negocio y le impide introducir discrirninaciones que no estan legitimadas constitucionalmente".

El ;artículo 14 de la Constitución es pasto de la indiferencia o desconocimiento entre los ciudadanos . En teoría, los españoles "son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacionalidad, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Sin embargo, la experiencia diaria demuestra que una camiseta heavy, unos calcetines blancos, el color de la piel o, simplemente, un mal de ojo de un portero, pueden prender la mecha de la arbitrariedad y de la ilegalidad.

Invitaciones y tarjetas

Para evitar estas preocupaciones, la beautifulpeople ha desencadenado en las grandes capitales y lugares de veraneo de moda un tráfico desmedido de invitaciones y tarjetas individuales con la intención de evitar mezclarse con las numerosas tribus que deambulan por el asfalto. Cada vez son más frecuentes los locales que pueblan sus entradas con guardas de seguridad y porteros de noche, fieles servidores y eficaces murallas de contención de los macarras y la morralla", como ellos mismos dicen.

Como consecuencia de esta nueva moda, progresivamente se ha hecho más complicado acceder a determinados locales más o menos in de la ciudad. La consigna entre ciertos empresarios dedicados al negocio del alterne y la hostelería es clara: "Lo fundamental es no mezclar ambientes". La tónica la dan numerosas discotecas madrileñas.

Vestidos con atuendos informales, pero perfectamente aseados., dos redactores de EL PAÍS visitaron durante dos noches varias discotecas madrileñas. El denominador común fue, al principio, una actitud reacia y la prohibición de entrar en los locales;una amabilidad pegajosa, en varias discotecas, en el momento de identificarnos como periodistas de EL PMS, y en casi todas, una sarta de mentiras corno excusa para impedir la entrada: supuestas fiestas privadas y la necesidad de una tarjeta de socio.Pero la utilización de esta potestad admisiva no se circunscribe únicamente a los locales nocturnos. Bares, restaurantes e incluso alguna piscina cuelgan en su entrada el cartel de "Reservado el derecho de admisión". Hace unos meses, la Prensa deminciaba el hecho de que el dueño de un pub de Jaén cobrara el doble a unos clientes por su condición de homosexuales. Asimismo, una piscina andaluza ponía doble tarifa a los gitanos por considerar que "molestaban a los bañistas"."Es e,,idente que el reservar el derecho de admisión encierra un componente de injusticia"., afirma Perfecto Andrés Ibáñez, juez de instrucción de Madrid, "pero no es otra que la que se deriva del mercado en una sociedad desigual. Todo negocio selecciona de una u otra manera a su clientela en función del beneficie). Personalmente, creo que la discriminación no está a la puerta del local, sino antes, en la desigual distribución de las oportunidades de acceso a todo tipo de bienes. De lo que no hay duda es de la .necesidad de denunciar aquellos delitos de coacción realizados por los matones que hay a la puerta de ese tipo de locales".

En todo caso, los juristas consultados estarían más por la aplicación del derecho de expulsión que por el de admisión, "de personas, por ejemplo, que estén borrachos, lleven droga o provoquen situaciones de enfrentarniento" como mantiene el letrado Jose María Mohedano.

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