Crítica:DANZA

La Revolución por montera

Magüy Marín quería constatar que no está de acuerdo con los festejos del bicentenario, y su espectáculo mantiene ese grito hasta el final, en forma de farsa a la historia pasada, presente y futura. Hubiera sido más congruente rechazar la pila de millones que le han dado, pero los espectadores -esa sociedad actual descrita en el prólogo del programa por una epístola de Antonin Artaud como unicamente preocupada por el estómago y el dinero- se habrían perdido un espectáculo divertido y actual, que tiene a veces el sincretismo de una viñeta política, con la ampulosidad festiva del circo y el embar...

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Magüy Marín quería constatar que no está de acuerdo con los festejos del bicentenario, y su espectáculo mantiene ese grito hasta el final, en forma de farsa a la historia pasada, presente y futura. Hubiera sido más congruente rechazar la pila de millones que le han dado, pero los espectadores -esa sociedad actual descrita en el prólogo del programa por una epístola de Antonin Artaud como unicamente preocupada por el estómago y el dinero- se habrían perdido un espectáculo divertido y actual, que tiene a veces el sincretismo de una viñeta política, con la ampulosidad festiva del circo y el embarullamiento conceptual de una conversación acalorada, pero que explica la cuestión de forma clarita y aviva el bochorno. Uno de sus aciertos es la espléndida música en directo, que marca el ritmo a las acciones y las instala dentro de su concepción lujosa, de gran bufonada. Los ocho músicos se elevan en plataformas de manera espectacular, y sus intervenciones diversifican los tiempos y aligeran las embestidas escénicas que los actores-bailarines producen con su tremendo tinglado escenográfico. Dentro de este tinglado surge con fuerza desde el primer baile la facilidad descriptiva y el manejo de ritmos que Magüy Marín posee. Los espectáculos ballados que salpican las escenas y rubrican la burla guardan una unidad formal entre ellos -con movimiento torpe y encogido, pero estructura enormemente dinámica, basada en la acentuación en bloque del ritmo y el cambio de planos-, mientras que se perfilan en cada uno sus personajes y su intención particular.

Compagnie Magüy Marín

Eh, Qu'est-ce que ça m'a fait a moi?Creación de Magüy Marín y Denis Mariotte para el bicentenario de la Revolución Francesa. Música: Michel Bertier y Philippc Madile. Decorados: D. Marlotte. Vestuario: Yasmine Simon. Iluminación: Pierre Colomer. Estreno en España: Santander, martes 8 de agosto.

El espectáculo, que empieza si.n darse uno cuenta, se divide en tres escenas: en la primera hay hombres y mujeres con guardapolvos que trasladan innumerables cajas, mientras la radio transmite una encuesta sobre el bicentenario. También un político arengador de enormes manos y banda tricolor, que comanda a urios carniceros y les regala cajas con disfraces de juez, banquero, obispo, general. Cada uno de éstos tiene su soldadito, lo usa y lo mata. Al entierro acude en coche el político. Se inaugura el monuniento al soldado desconocido -una estatua viviente con gran bandera tricolor-, mientras los muertos se incorporan para ver bien.

En la segunda escena uno ríe abiertamente. Hay cinco carcamales temblones y balbucientes en un asilo, y un segundo plano de revolucionarios actuales. La televisión anuncia: "Guillotina de oro a Robespierre, de plata a Danton, de bronce a Marat". Ellos lo celebran con champaña. Una vieja teje en tres colores, y otro, con restos de realeza, monta en Vespino. Al final, un japonés les fotografia.

En la tercera y última escena aparece una multitud con embudos en la cabeza y una enorme máquina transportadora de maniquíes en cadena que descabezan. Todos bailan con su muñeco rrionótonos y disipados, produciendo la congelación de la sorpresa.

El contenido de la obra es una erítica a los poderes y a quien se deja llevar por ellos También es una llamada a la asignatura pen diente de los derechos humanos y a los actuales cortes de cabezas de la sociedad industrial aliena dora. La forma de tratarlo es exagerada, con escenas demagó gicas y simplistas.

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