Fascinante universo

Durante casi dos horas, Salif Keita y los 10 componentes del grupo multirracial e internacional (malineses, cameruneses, guineanos, franceses y hasta un norteamericano) que le acompaña, recorrieron las magníficas composiciones de sus dos últimos discos. Ya donde la primera canción, una larga melopea, quedó bien claro que su propuesta musical no entiende de concesiones. Los temas suelen ser bastante extensos porque se trata de establecer un clima hipnótico, de catarsis colectiva, en la más pura tradición de la música africana y, para ello, el factor tiempo resulta clave.Repetitiva, con una cade...

Durante casi dos horas, Salif Keita y los 10 componentes del grupo multirracial e internacional (malineses, cameruneses, guineanos, franceses y hasta un norteamericano) que le acompaña, recorrieron las magníficas composiciones de sus dos últimos discos. Ya donde la primera canción, una larga melopea, quedó bien claro que su propuesta musical no entiende de concesiones. Los temas suelen ser bastante extensos porque se trata de establecer un clima hipnótico, de catarsis colectiva, en la más pura tradición de la música africana y, para ello, el factor tiempo resulta clave.Repetitiva, con una cadencia implacable, la música de este negro albino, de aspecto hierático, une el complejo latido rítmico de África y un fuerte componente islámico en las melodías a una sabia y fecunda utilización de la tecnología actual. Por si esto fuera poco, está su voz: majestuosa, escalofriante, sobrecogedora...

Es un lamento desgarrador que quien lo haya escuchado difícil mente podrá olvidar. Salif Keita ofreció una música que, sin renunciar a su propia esencia, se abre al mundo y nos sumerge en un fascinante universo sonoro.