LA LIDIA / SANTANDER

"Dulzuras Victorino"

ÁNGEL CEBRIÁN Los Victorino que cerraron feria eran dulzura fina. La agresividad de su casta la debieron dejar en Extremadura, pues a Santander trajo el ganadero toros cómodos de cabeza, algunos comodísimos, primero y segundo; el tercero escobillado de los dos pitones, y los tres restantes feamente bizcos. La afición, que se mantuvo respetuosa, sin reservas, estalló con justicia ante el inválido sexto, que el presidente mantuvo contra viento y marea.

El responsable del palco, que en toda la feria ha ignorado el reglamento taurino, ayer, además, hurtó a la afición santanderina un toro ín...

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ÁNGEL CEBRIÁN Los Victorino que cerraron feria eran dulzura fina. La agresividad de su casta la debieron dejar en Extremadura, pues a Santander trajo el ganadero toros cómodos de cabeza, algunos comodísimos, primero y segundo; el tercero escobillado de los dos pitones, y los tres restantes feamente bizcos. La afición, que se mantuvo respetuosa, sin reservas, estalló con justicia ante el inválido sexto, que el presidente mantuvo contra viento y marea.

El responsable del palco, que en toda la feria ha ignorado el reglamento taurino, ayer, además, hurtó a la afición santanderina un toro íntegro, manteniendo en la arena al cojo sexto. No se puede presidir peor.

Otra cosa distinta fue la actuación de El Boni, que toreó magníficamente bien a su primera dulzura, la de los pitones escobillados.

Victorino / Campuzano, Oliva, El Boni

Seis toros de Victorino Martín, cómodos de cabeza, nobles, salvo el quinto, mansos y blandos; el último, inválido. José Antonio Campuzano: una oreja y palmas, saludos tercio. Emilio Oliva: silencio en su lote. Rafael Perea El Boni: dos orejas y palmas. Plaza de Santander, 25 de julio. Séptima y última corrida de feria.

Puede considerarse esta faena la de la feria, pues El Boni, tras lancear a la verónica bajo el defecto del pasito atrás, confeccionó con la muleta lo que matizan taurinos de toreo exacto, medido. La profundidad de su toreo con la mano derecha fue exquisita; la dulzura del toro lo descubría como a un excelente muletero. Majestuosos los circulares; perfecta la ligazón de las cortas series. En el pase aristocrático, el natural, ciñó el torero tres largos e impecables; al cuarto se destapó, y el toro tomó nota. Cerró faena con ayudados por alto de fina estampa, y voló tras la espada, un poco desprendida. Fue la faena singular de la feria; la otra la hizo el presidente.

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