AL NORTE DEL PARALELO 38

Difamaciones mutuas

Estar en el lado norte de la línea de demarcación militar de Pammunjon entre las dos Coreas ayuda a resolver algunos de los pequeños misterios que se presentan al observador desde el lado sur y a no entender del todo otros descubiertos en territorio comunista. Lo que sí parece cierto es que las difamaciones son mutuas y que la propaganda funciona a gran ritmo arriba y abajo del paralelo 38, en los 250 kilómetros de longitud y los cuatro de anchura que forma la zona desmilitarizada.En julio finalizaron las obras de construcción de una autopista que unirá los 200 kilómetros que separan Pyongyang...

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Estar en el lado norte de la línea de demarcación militar de Pammunjon entre las dos Coreas ayuda a resolver algunos de los pequeños misterios que se presentan al observador desde el lado sur y a no entender del todo otros descubiertos en territorio comunista. Lo que sí parece cierto es que las difamaciones son mutuas y que la propaganda funciona a gran ritmo arriba y abajo del paralelo 38, en los 250 kilómetros de longitud y los cuatro de anchura que forma la zona desmilitarizada.En julio finalizaron las obras de construcción de una autopista que unirá los 200 kilómetros que separan Pyongyang de Kaesong, la última ciudad noreorcana, situada a unos 20 minutos en autobús de la frontera. Las autoridades no han permitido a los extranjeros que visitaron este mes el país viajar a Pammunjon por carretera y organizaron un convoy ferroviario especial para su traslado. Toda el área fronteriza está llena de arrozales y campos de cultivo de ginseng, la planta medicinal coreana, que crece a cubierto de unas pequeñas parras. "Ya ve, si tuviéramos armas por aquí no habría tantas plantaciones", explica un intérprete.

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La visita desde el lado norte es mucho menos restrictiva que desde el lajo sur. No hay zonas prohibidas de fotografiar. Por otra parte, no se ajusta a la realidad la información que proporcionan los militares norteamericanos sobre la existencia de una ciudad fantasma en la frontera norte, deshabitada y desde la que se bombardea a los del Sur con propaganda y música revolucionaria a través de altavoces. La propaganda la hay, pero no procede de esa supuesta vacía ciudad, que en realidad no es otra cosa que un pequeño conjunto de viviendas en las que reside gente.

Desde un mirador situado a unos 20 kilómetros de Kaesong, los militares norcoreanos invitan al visitante a que observe con prismáticos telescópicos un muro de división que, aseguran, recorre los 250 kilómetros de frontera y que fue empezado a construir por los norteamericanos.

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