Bob Dylan comienza hoy su gira española

El cantante norteamericano actuará en Madrid, Barcelona y San Sebastián

Por segunda vez, Bob Dylan pisará escenarios españoles. Esta noche, el mítico cantautor se presentará en Madrid, en el Palacio de los Deportes; mañana, viernes, lo hará en Barcelona, también en el Palacio de los Deportes, y el sábado se despedirá en San Sebastián, en el Velódromo de Anoeta. Los tres conciertos estarán precedidos, como en toda la gira, por la actuación de Edie Brickell and The New Bobemians, y, excepto en Barcelona, las entradas vendidas hasta hoy apenas superan la mitad de los aforos. En su actuación del pasado martes en Fréjus (Francia), un Dylan imprevisible presentó un espe...

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Por segunda vez, Bob Dylan pisará escenarios españoles. Esta noche, el mítico cantautor se presentará en Madrid, en el Palacio de los Deportes; mañana, viernes, lo hará en Barcelona, también en el Palacio de los Deportes, y el sábado se despedirá en San Sebastián, en el Velódromo de Anoeta. Los tres conciertos estarán precedidos, como en toda la gira, por la actuación de Edie Brickell and The New Bobemians, y, excepto en Barcelona, las entradas vendidas hasta hoy apenas superan la mitad de los aforos. En su actuación del pasado martes en Fréjus (Francia), un Dylan imprevisible presentó un espectáculo austero e interpretó algunos de sus grandes éxitos.

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Fréjus, pequeña localidad de la Costa Azul, entre Cannes y Saint Tropez, ha sido su última escala antes de la actuación de hoy en Madrid. La gira, iniciada el 6 de junio en Glasgow, hacía su única parada francesa en este pueblecito provenzal. A pesar de la amenaza de lluvia, unas 5.000 personas se acercaron a la oblonga plaza de toros de Fréjus, enclavada en las ruinas de un antiguo circo romano, para presenciar la primera actuación de Dylan en la zona. La venta de entradas estuvo matizada por los minuciosos cacheos buscando cámaras fotográficas o casetes, ya que Dylan, en un nuevo alarde de hermetismo personal, ha prohibido la presencia de fotógrafos profesionales o aficionados. Fréjus no fue la excepción, como tampoco lo serán sus actuaciones hispanas, en las que la venta anticipada de entradas no parece augurar llenos, excepto en Barcelona.

Poco espectacular

Otro dato que caracteriza esta gira, y que se comprobó en la Arena de Fréjus, es la ausencia de espectacularidad del nuevo montaje de Dylan, centrado únicamente en la música. Un escenario de tubo metálico negro, con un sencillo telón de fondo también negro, son los únicos componentes del inexistente decorado. Pocas luces, todas mortecinas, y pocos cambios de iluminación destinados a mantener una constante penumbra.

Dylan, como es su costumbre, no habla ni una sola palabra, no presenta sus canciones ni a sus músicos, pero sonríe constantemente y da la impresión de estar pasándoselo bien con su propia música. En realidad, da la impresión de estar pasándoselo bien con su propio personaje. Dylan ha venido a Europa a ejercer su papel de Dylan, y ejercerlo con todas sus consecuencias, desde su figura y sus poses dylanianas sobre el escenario hasta su música, la forma de interpreterla y la imprevisión que parece rodearlo todo.

Botas de cuero, tejanos, camisa roja floreada, chaleco negro, pendiente en su oreja izquierda, guitarra entre las manos y una pequeña armónica ante la boca sobre el pequeño soporte metálico. Al verle, podría imaginarse que el último cuarto de siglo no ha transcurrido para él. Cuando la música comienza, esos 25 años tampoco parecen reaparecer, es el Dylan inmutable de siempre. Acompañado por un grupo discreto pero eficaz, mezcló una mayoría de temas recientes con los antiguos, todos con el mismo tratamiento rítmico, que bien podría trasladamos a los años de Bringing it all black home o Higmway 61 revisited. Voz ronca, desafinando conscientemente y matizando cada interpretación con un prolongado y penetrante solo de armónica. En una sola palabra: Dylan.

En la quinta canción tomó su Gibson acústica negra y comenzó una de las más raras versiones de Just like a woman que le hemos oído, cogiendo a sus músicos desprevenidos. Cada noche Dylan cambia su repertorio, cada concierto es único y responde a su estado de ánimo. Por eso sus músicos no le quitan el ojo de encima, y aun así se despistan por momentos. Concluyó, tras 14 canciones y 67 minutos, con un ondulante Like a Rolling Stones. Ante la insistencia regresó con cuatro bises. Maggie's farm cerró los 85 minutos reglamentarios. Una cierta decepción matizaba los comentarios entusiásticos al no haber oído temas como Blowin'in the wind o Knockin'on heaven's door, que han aparecido en otros conciertos de la gira, pero Dylan es imprevisible.

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