La primera ministra noruega crítica al Papa por su oposición a los anticonceptivos

Juan Pablo II afirmó ayer en Oslo, primera etapa de su viaje a Escandinavia, que ha hecho del ecumenismo una "prioridad" de su acción pastoral y alabó la defensa que Noruega hace de los derechos humanos. La primera ministra, la socialdemócrata Gro Harlem Brundtland, que recibió al Pontífice a su llegada a Oslo, le criticó por su política contraria a los métodos anticonceptivos.

, "Él dijo que estudiará el tema a fondo", declaró la primera minista a una emisora de radio después de su encuentro con el Papa. Brunduand, médica, casada con un científico y político conservador y madre de cuat...

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Juan Pablo II afirmó ayer en Oslo, primera etapa de su viaje a Escandinavia, que ha hecho del ecumenismo una "prioridad" de su acción pastoral y alabó la defensa que Noruega hace de los derechos humanos. La primera ministra, la socialdemócrata Gro Harlem Brundtland, que recibió al Pontífice a su llegada a Oslo, le criticó por su política contraria a los métodos anticonceptivos.

, "Él dijo que estudiará el tema a fondo", declaró la primera minista a una emisora de radio después de su encuentro con el Papa. Brunduand, médica, casada con un científico y político conservador y madre de cuatro hijos, defendió la contracepción ante el Paña por su papel en la lucha contra la extensión del SIDA. La dirigente manifestó a Woktyla que la prohibición que hace la Iglesia católica de los anticonceptivos "pone más dificil a los países católicos atajar la extensión" de la enfermedad.Sólo un centenar de personas acudió a recibir al Papa al aeropuerto. Los asistentes, muy alejados, situados sobre el techo del aparcamiento, enviaban unos cohibidos aplausos que casi desentonaban en aquella atmósfera severa, típicamente luterana.

Juan Pablo II se dirigió a los noruegos diciendo: "Queridos hermanos y hermanas luteranos"; y les tranquilizó asegurándoles que no llegaba como "representante de ningún interés político o nacional", sino más bien como un "amigo".

El papa Wojtyla ha entrado de puntillas en estas tierras del Norte donde los católicos soti sólo un pu a o y que asta ace muy poco no han contado con estima social. Desde el balcón del palacio real, junto al rey Olav V, vestido de gala, el Pontífice debió de sufrir al no poder pronunciar ni una sola palabra, ni un gesto de saludo a los pocos centenares de católicos que le aplaudían desde abajo. La escena muda duró sólo unos segundos y el rey se lo llevó en seguida adentro. No le dio tiempo a Juan Pablo II ni a leer el único cartel que se alzó sobre las cabezas de la gente, y que decía en inglés: "Querido Papa, los hijos pierden a sus padres con el divorcio. Queremos una nueva ley. Ayúdanos".

Los rumores de un posible atentado al Papa, obligaron a la policía italiana, a la salida de Roma, a unos controles inéditos de las maletas de los periodistas que acompañan al Pontífice en el viaje.

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