42º FESTIVAL DE CINE DE CANNES

Prosigue el desfile de pequeños filmes con grandes interpretaciones

El Festival de Cine de Cannes tuvo ayer otro día de grandes actores. El francés Philippe Noiret, como de costumbre, hace en la película italiana Cinema paradiso una interpretación digna de su talento descomunal. Michel Blanc y Sandrine Bonnaire convencen completamente en Monsieur Hire, basada en una magnífica novela de Georges Simenon y correctamente dirigida por Patrice Leconte, quien hace el milagro de ofrecernos un filme francés no pretencioso y sobre todo no aburrido. Estos y otros buenos intérpretes hacen soportable un festival donde sigue sin aparecer ni una sola película excepcional....

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El Festival de Cine de Cannes tuvo ayer otro día de grandes actores. El francés Philippe Noiret, como de costumbre, hace en la película italiana Cinema paradiso una interpretación digna de su talento descomunal. Michel Blanc y Sandrine Bonnaire convencen completamente en Monsieur Hire, basada en una magnífica novela de Georges Simenon y correctamente dirigida por Patrice Leconte, quien hace el milagro de ofrecernos un filme francés no pretencioso y sobre todo no aburrido. Estos y otros buenos intérpretes hacen soportable un festival donde sigue sin aparecer ni una sola película excepcional.

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El director de Cinema paradiso, Giuseppe Tomatore, tiene ideas claras. Dijo: "El hecho de que a Ettore Scola y a mí, dos cineastas de generaciones distintas, se nos haya ocurrido al mismo tiempo hacer dos películas sobre el' mismo argumento, la demolición de las salas de cine, no puede ser casual. El cine, al menos en Italia, vive un momento muy peligroso. Está amenazado de extinción. No basta ya con hablar de la crisis. Hay que hacer algo para que el cine resucite".Su película no es mala, porque tiene un buen guión que la sostiene y unos actores excelentes, aglutinados alrededor del genio de Philippe Noiret, que lo elevan por encima de sí mismo. Pero le falta un director que esté a la altura de lo que cuenta y de los actores que lo interpretan. Tornatore no lo está y, aunque su película es agradable, emotiva y se ve bien, no hará, como él desea, renacer al cine.

A falta de buenos directores, son los actores quienes están sacando del atolladero a esta mediocre edición del festival de la Costa Azul. No ha aparecido todavía en él, cuando sólo faltan por ver dos películas del concurso, ninguna obra de talla excepcional. Abundan las ni buenas ni malas, las de buen ver y pronto olvidar.

Hay dos o tres llenas de hipócrita brillantez, dos o tres inteligentes mentiras que, como advertimos cuando se proyectaron, pueden engañar al jurado de la misma manera que han engañado a muchos críticos: la francesa Demasiado bella para mí y la canadiense Jesús de Montreal. Y se han visto tres o cuatro obras vivas, con destellos de gran cine dentro, pero incompletas, desequilibradas, lejanas de la plenitud.

Enfermedad

El cine que ha llegado este año a Cannes, y en esto coinciden muchos comentaristas especializados, tiene síntomas de estar enfermo. Hay en él buenas historias que contar, trabajan para él excelentes técnicos, sus pantallas la llenan formidables actores (Klaus Maria Brandauer, Michel Marc, Marcello Mastroianni, Philippe Noiret, Massimo Troisi, Donald Sutherland) y actrices (NatassJa Kinski, Marianne Sagerbrecht, Sandrine Bonnaire, Josiane Balasko, Meryl Streep) pero le faltan directores dignos de sus compañeros de creación.

De ahí que ninguno de los filmes en concurso sea perfecto o se acerque a la perfección.

Los grandes directores presentes en Cannes están fuera de la lucha y sus apariciones crean aquí nostalgia y una cierta sensación de escándalo. Ayer llegaron Michelangelo Antonioni y Satyajit Ray para añadir su silencio al de cineastas como Krisztof Kieslowski y Elia Kazan. Los dos primeros y el último son ya ancianos, pero todavía siguen siendo el cine con mayúscula. No hay relevo para ellos ni para su obra en las pantallas de este año en Cannes.

La clausura, que tendrá lugar mañana a última hora de la tarde, comienza a pesar en el sobrecargado ambiente de La Croisette. Ya están aquí Jane Fonda y Gregory Peck, protagonistas de Gringo viejo, película que será proyectada después del reparto de premios. El jurado lo tiene difícil. En el capítulo de actores, porque ha de elegir dos entre una docena que lo merece; en el capítulo de películas, porque ha de elegir otras dos sin que haya una sola que lo merezca de forma indiscutible.

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