Cartas al director

Réplica a Eduardo Galeano

Quiero dar respuesta al artículo de Eduardo Galeano aparecido el día 10 de abril en dicho periódico.La "teoría" que el señor Galeano practica en sus líneas no está clara en la práctica.

Que el señor Galeano quiera confundir a la opinión pública española es su problema, pero es inaceptable que lo quiera hacer con los propio ' s uruguayos.

Es verdad que los que tienen uniforme no tienen derecho a torturar, ni violar, ni matar, pero tampoco lo tenían los tupamaros cuando empezaron esas prácticas (los tupamaros eran como la ETA en España), y, sin embargo, no he visto ni una sola líne...

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Quiero dar respuesta al artículo de Eduardo Galeano aparecido el día 10 de abril en dicho periódico.La "teoría" que el señor Galeano practica en sus líneas no está clara en la práctica.

Que el señor Galeano quiera confundir a la opinión pública española es su problema, pero es inaceptable que lo quiera hacer con los propio ' s uruguayos.

Es verdad que los que tienen uniforme no tienen derecho a torturar, ni violar, ni matar, pero tampoco lo tenían los tupamaros cuando empezaron esas prácticas (los tupamaros eran como la ETA en España), y, sin embargo, no he visto ni una sola línea del señor Galeano condenando estos últimos hechos, me refiero a los de los tupamaros. Después hace referencia a "un vigilante electrónico", el robot Ultratón, que aparece en un programa infantil en la televisión uruguaya.

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El señor Galeano sabe -aunque no entremos en pedagogía infantil- que dicho robot comenta situaciones muy graciosas sobre niños que -según dice- "se han portado mal". Si el señor Galeano no es sordo -como espero-, escuchará las risas de los niños asistentes al programa cuando comentan estas cosas.

Creo que la manipulación que usted hace sobre esto es francamente vergonzosa. Por último, se refiere a los que no podrán votar porque están fuera del país (con la ilusión de que si lo hicieran sería en contra de la amnistía), y cita, textualmente, que "en cambio votan, dentro del país, los indiferentes, que no se tomarían la molestia si el voto no fuera oblig),atorio". Creo, -señor Galeano, que después de doce años de dictadura en nuestro país ya no ex¡ten los que usted llama "indiferentes". Usted -viviendo en España- supongo que, gonzando de ciertas comodidades y de una democracia prestada mientras sus compatriotas mantenían la boca cerrada y los bolsillos casi vacíos, no tiene el derecho moral de hacer ningún tipo de comentario, porque la salvación que supuso para usted, como para mí, no soportar esa dictadura ni los graves problemas económicos supondría guarar un respetuoso silencio para que los que la sufrieron tengan el leg'ítimo derecho a decidir su futuro

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