Cartas al director

Alexander Dubcek

El verano de 1968, navegando como oficial de la Marina Mercante española rumbo a Beirut,Pasa a la página siguiente

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en pleno Mediterráneo, casi acabando mi guardia de mar, estaba escuchando la BBC de Londres. Con esa voz tranquila y ese inglés tan correcto, que caracteriza a los locutores de esa emisora, escuché la noticia de que los blindados del Pacto de Varsovia estaban invadiendo Checoslovaquia.

En esos momentos, lo confieso sin rubor, comencé a llorar. Faltaba todavía tiempo para el cambio de guardia, y el timonel no se dio cuenta de ...

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El verano de 1968, navegando como oficial de la Marina Mercante española rumbo a Beirut,Pasa a la página siguiente

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en pleno Mediterráneo, casi acabando mi guardia de mar, estaba escuchando la BBC de Londres. Con esa voz tranquila y ese inglés tan correcto, que caracteriza a los locutores de esa emisora, escuché la noticia de que los blindados del Pacto de Varsovia estaban invadiendo Checoslovaquia.

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En esos momentos, lo confieso sin rubor, comencé a llorar. Faltaba todavía tiempo para el cambio de guardia, y el timonel no se dio cuenta de nada. Seis días más tarde llegamos a Beirut, y en la entonces para mí superlibérrima televisión libanesa pude ver en los noticiarios la confirmación de aquella triste hazaña.

Hoy, 14 de noviembre de 1988, 20 años más tarde, he vuelto a sentir humedecidos los ojos al leer la ceremonia de nombramiento de doctor honoris causa en Ciencias Políticas a Alexander Dubcek, la persona que para mí representa todo el movimiento político de la primavera de Praga. ¿No podría EL PAÍS organizar algún homenaje al señor Dubcek?-

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