Sin control propio

Fernández Quero, director técnico del laboratorio, no se lo puede creer. Mientras recorre el Instituto Llorente, un edificio de finales de la década de 1920, en las afueras de Madrid, comenta: "Llevamos 25 años participando con más del 50% en las campafías de vacunación. Solamente una vez nos rechazaron un lote de concentrado del virus sin efecto protector". La fábrica, que se fundó en 1894 por Vicente Llorente, ginecólogo de la Reina, bajo la denominación de Real Instituto Antidiftérico, tiene ahora 227 empleados y ha sido comprada recientemente por Fides, una firma con sede en Cataluña.Ricar...

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Fernández Quero, director técnico del laboratorio, no se lo puede creer. Mientras recorre el Instituto Llorente, un edificio de finales de la década de 1920, en las afueras de Madrid, comenta: "Llevamos 25 años participando con más del 50% en las campafías de vacunación. Solamente una vez nos rechazaron un lote de concentrado del virus sin efecto protector". La fábrica, que se fundó en 1894 por Vicente Llorente, ginecólogo de la Reina, bajo la denominación de Real Instituto Antidiftérico, tiene ahora 227 empleados y ha sido comprada recientemente por Fides, una firma con sede en Cataluña.Ricardo Garrastazu, director técnico, reitera su convencimiento de que no pudo haber un fallo humano que sacase el lote A-30 del refrigerador. "Así lo sugieren nuestras investigaciones", afirma. Aurora Arroyo, jefa del laboratorio de Control de Llorente, muestra resultados de los análisis que la fábrica está realizando a todas sus existencias: "Mire, los lotes de vacuna caducados, que vamos a tirar, aún son funcionantes".

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Ni Arroyo ni María Victoria Collazo, la bióloga encargada de comprobar la actividad de las vacunas una vez fabricadas, se explican qué pudo pasar. Pero Collazo no controló el lote A-30, ya que el laboratorio todavía no tenía en julio del pasado año -fecha en que fue fabricado el loteun sistema de análisis propio.Precisamente este detalle, obligatorio según indicaciones de la dirección general de Farmacia, le diferencia de la competencia, Galloso-Wellcome, la otra fábrica que elabora vacunas para la polio en España.

Según José Ramón Rocaver, director técnico de esa firma, ellos hacen además recontroles de sus vacunas una vez fabricadas y almacenadas. Rocaver estima que el manejo de sustancias biológicas es muy delicado y lamenta el incidente sufrido, al tiempo que muestra mucha curiosidad por saber que pudo ocurrir con las 47.000 vacunas del lote A-30.

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