Entrevista:Gianni de Michelis | Vicepresidente del Gobierno italiano

"Ni Bush ni Dukakis son buenos para Europa"

El político socialista aboga por la defensa convencional

Gianni de Michelis es un incondicional de la cooperación, como viene demostrando en su cohabitación con la Democracia Cristiana al frente del Gobierno italiano. El popular político socialista, de 48 años, vicepresidente del Consejo de Ministros encabezado por Ciriaco de Mita, se considera, además de veneciano, un ser eminentemente racional. Por ello explica, durante una fugaz visita privada a Madrid, que cree que en política no hay nada imposible. "Si es justo, es posible". Jamás se alineó con los abogados de la euroesclerosis y cree que Europa debe alzarse plenamente con la responsabilidad de...

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Gianni de Michelis es un incondicional de la cooperación, como viene demostrando en su cohabitación con la Democracia Cristiana al frente del Gobierno italiano. El popular político socialista, de 48 años, vicepresidente del Consejo de Ministros encabezado por Ciriaco de Mita, se considera, además de veneciano, un ser eminentemente racional. Por ello explica, durante una fugaz visita privada a Madrid, que cree que en política no hay nada imposible. "Si es justo, es posible". Jamás se alineó con los abogados de la euroesclerosis y cree que Europa debe alzarse plenamente con la responsabilidad de su propio destino común.

Pregunta. ¿Para Europa, reviste idéntica importancia si el próximo presidente de EE UU es George Bush o Michael Dukakis?Respuesta. Realmente, pienso que da exactamente igual. Ambos tienen ventajas y desventajas, según se mire desde el protagonismo europeo en la escena internacional o desde el punto de vista del proteccionismo económico. Pero no creo que ninguno de los dos sea bueno para Europa.

P. ¿Está justificada, pues, la indiferencia europea?

R. Realmente sí, pues pienso que lo importante será la configuración de Europa entre 1989 y 1992. Puede producirse una reacción en cadena positiva o negativa. O bien hacia una mayor integración y cooperación internacionales o bien hacia una desintegración. La contingencia histórica exige que esta reacción en cadena constituya inevitablemente un impulso para Europa. Si Europa se demuestra a sí misma que es capaz de avanzar hacia la integración, esto creará una espiral positiva.

P. ¿Y si fracasamos?

R. Si Europa falla o atrasa su integración, sin duda ello provocará tensiones entre el Este y el Oeste, entre la fortaleza de Europa y la de Estados Unidos y Japón. Y un Occidente dividido tendrá enormes dificultades a la hora de tratar con el Este.

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P. ¿Qué cree que haremos?

R. Ante todo, pienso que Europa tiene que hacer Europa, que Europa debe tener muy claro su liderazgo. Nuestros dos Gobiernos confían en ello. Italia siente una gran curiosidad por ver cómo se desarrolla la presidencia española de la CE. Confiamos mucho en la secuencia España-Francia, dos Gobiernos socialistas que, con Jacques Delors reelegido presidente, convertirán 1989 en un año de oportunidades si se dispone de la suficiente voluntad política.

P. ¿Y qué se hace con Margaret Thatcher?

R. Si el resto de los europeos está unido, nada impedirá que Europa sea una realidad. Conviene tener en cuenta, no obstante, que Thatcher tan sólo dice aquello que muchos otros se limitan a pensar, hay una parte de realismo justo. Defender la unidad europea no significa ser un ingenuo o un utópico. Es, sin duda, complicado reconciliar las exigencias internacionales, supranacionales, europeas, con las nacionales que todos tenemos.

Tierra de cooperación

P. ¿Cómo ve el futuro de Europa del Este?R. Creo que el hecho de que vivamos una situación de distensión puede ser de gran utilidad. Europa central ha estado dividida durante 40 años por una barrera impenetrable. Por vez primera puede convertirse en una tierra de relación, de cooperación.

P. ¿Y el volcán yugoslavo?

R. Italia mantiene relaciones especiales con Yugoslavia. No tenemos el menor interés en que se produzca un colapso económico y político en Yugoslavia; sería dramático para toda Europa central, incluso para Italia.

P. ¿Sobre quién recae la res ponsabilidad de la distensión?

R. Históricamente, se dirá que es más un mérito de Mijail Gorbachov. Pero la realidad es que es fruto de un proceso negociador, de no dar por descontado que hay cosas imposibles. No hay que preguntarse si el objetivo es posible o imposible, sino si es justo o equivocado. Si es justo, será posible.

P. ¿Y qué tenemos que hace con Gorbachov?

R. Creo que es justo pensar que Occidente, concretamente Europa, debe apoyarle. Pero esta ayuda no debe concebirse como si se tratara de un país en vías de desarrollo necesitado de un plan Marshall. La URSS es la segunda potencia del mundo, una potencia que dedica recursos infinitos al apartado militar. Es un problema de recursos, de préstamos , de inversiones.

P. ¿Cómo se debe encarar la defensa europea?

R. Es un tema muy delicado. Hay que tener en cuenta tres elementos. Primero, considerar el proceso de reducción de armamento en el territorio europeo como parte de un proceso más general. Las pretensiones de los franceses y británicos de mantenerse al margen están destinadas a fracasar. En segundo lugar, debemos aceptar la tesis norteamericana de la división del trabajo. Los años noventa no son los años cuarenta. Y en tercer lugar, se debe potenciar la defensa convencional europea. Menos nuclear, menos costes, redistribuidos de otra forma.

P. Y respecto a las lenguas, ¿cree necesario que los jóvenes vayan más allá del bilingüismo o piensa que la Europa del futuro será anglohablante?

R. No sólo la Europa del futuro, el mundo del futuro. La ventaja del inglés como lengua universal me parece incontestable. Pero, precisamente por esto, me parece importante mantener otras lenguas.

P. ¿Cuáles?

R. Cada vez se estudian más las que eran menos tradicionales: el chino, el japonés, el árabe... y el español. El español es probablemente, después del inglés, la lengua destinada a tener un mayor peso a escala planetaria. Y por supuesto, soy absolutamente favorable a un estrechamiento de las relaciones entre España e Italia en el marco de Europa.

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