Editorial:

La vuelta a la ortodoxia monetaria

EL ACUERDO sellado ayer entre el Banco de España y el Tesoro vuelve a poner en la senda de la ortodoxia la política monetaria española, al tiempo que supone aceptar las presiones realizadas por la banca, a través del mercado monetario, para que suban los tipos de interés de la deuda pública. Por las resistencias bancarias a suscribir papel del Estado a precios que las autoridades no deseaban mover al alza -mientras en el exterior subían los tipos de interés y en el interior crecían las expectativas inflacionistas-, el Estado había tenido que abandonar en los últimos meses la política de recurs...

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EL ACUERDO sellado ayer entre el Banco de España y el Tesoro vuelve a poner en la senda de la ortodoxia la política monetaria española, al tiempo que supone aceptar las presiones realizadas por la banca, a través del mercado monetario, para que suban los tipos de interés de la deuda pública. Por las resistencias bancarias a suscribir papel del Estado a precios que las autoridades no deseaban mover al alza -mientras en el exterior subían los tipos de interés y en el interior crecían las expectativas inflacionistas-, el Estado había tenido que abandonar en los últimos meses la política de recurso al mercado para cubrir sus necesidades; sólo en julio, y a pesar de mantenerse a la baja el déficit estatal, el Tesoro sacó de la máquina de hacer billetes del banco emisor más de 136.000 millones de pesetas, vía que se considera perjudicial para la inflación. Pero todo parece indicar que lo ocurrido ayer permitirá colocar más deuda pública para financiar el déficit y retirar dinero del sistema y evitar el recurso del Estado al banco emisor.Las novedades sustanciadas ayer en el mercado monetario consisten, por una parte, en que el banco emisor reduce en un octavo de punto, hasta el 10,375% anual, el tipo de interés del dinero que facilita diariamente a la banca para atender las necesidades de liquidez del sistema. Por otra parte, el mismo banco emisor, que utiliza las letras del Tesoro a tres meses para retirar dinero del sistema y así lograr un mayor control monetario, eleva el precio de estos títulos un cuarto de punto, hasta el 10,5%.

La autoridad monetaria lanza así un contundente mensaje a las instituciones crediticias en el sentido de que no está dispuesta a consentir el incremento de los tipos de interés del sistema y, más en concreto, de los tipos preferenciales del crédito cobrado a la clientela, una idea que amenazaba con plasmarse, a la vista de que, en el exterior, los principales países asisten a una subida de los tipos de interés. Al mismo tiempo, al desestimular las colocaciones en el corto plazo y al incentivar paralelamente las de medio plazo, se intenta un desplazamiento del dinero caliente invertido a un día hacia unas posiciones más tranquilas, drenando liquidez del sistema y evitando que el aumento de la masa monetaria presione negativamente sobre unos precios que no acaban de remitir.

Mediante esta fórmula, también el Tesoro pretende salir del estancamiento registrado en las últimas subastas de letras, que, debido a unas rentabilidades consideradas exiguas por parte de las instituciones, se han visto sólo parcialmente cubiertas. El resultado de esa obstinación en mantener la retribución de las letras, principal instrumento utilizado para financiar los números rojos de las cuentas del Estado, se ha traducido en un significativo aumento de la apelación al Banco de España, con un aumento del 22% en julio, lo que equivale a decir que el banco emisor se ha visto obligado a poner en funcionamiento la máquina de hacer dinero.

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Las autoridades monetarias, que aparentan tranquilidad respecto a la marcha de la inflación, a pesar de que los precios se incrementaron un 1,3% en julio, parecen olvidar que la inflación subyacente (la que no tiene en cuenta el encarecimiento de la energía y de los productos alimenticios no elaborados) subió en julio en torno al 0,3% y que se mantiene en tomo al 5,3% desde hace demasiados meses.

Es cierto que aún es necesario esperar los datos de próximos meses para determinar la entidad de las presiones inflacionistas que empiezan a sentirse en las economías de casi todos los países desarrollados. Sin embargo, los analistas esperan nuevas subidas de tipos de interés para evitar el calentamiento de la actividad económica. El que España se desmarque de esa tendencia justo en este momento, rebajando sus tipos a corto, permitirá suavizar las entradas de divisas calientes, así como las presiones sobre el tipo de cambio de la peseta.

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