Aspirantes, a las puertas de la CE

La Comunidad Europea aplaza su posible ampliación hasta después de 1.992

El reclamo de 1992 no es sólo español. Es una fecha simbólica, una cita de la Comunidad Europea (CE) con la historia. La perspectiva de la plasmación de las cuatro libertades (circulación de mercancías, capitales, servicios y personas) para los 320 millones de ciudadanos de la CE y la revolución socioeconómica consiguiente ha provocado un auténtico torbellino en la periferia de la CE. Algunos países no quieren quedarse al margen de un acontecimiento cuyos efectos no son previsibles. Austria y Noruega estudian la solicitud de adhesión. Turquía y Marruecos ya han dado ese paso.

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El reclamo de 1992 no es sólo español. Es una fecha simbólica, una cita de la Comunidad Europea (CE) con la historia. La perspectiva de la plasmación de las cuatro libertades (circulación de mercancías, capitales, servicios y personas) para los 320 millones de ciudadanos de la CE y la revolución socioeconómica consiguiente ha provocado un auténtico torbellino en la periferia de la CE. Algunos países no quieren quedarse al margen de un acontecimiento cuyos efectos no son previsibles. Austria y Noruega estudian la solicitud de adhesión. Turquía y Marruecos ya han dado ese paso.

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El colegio de comisarios de la Comunidad celebró recientemente un seminario a puerta cerrada sobre estos problemas. Un mensaje ha salido de él: no habrá nueva ampliación de la CE hasta que ésta haya limpiado su casa, es decir, hasta después de 1992. Pero, a la vez, surge otro mensaje: una nueva ampliación de la CE será inevitable.Al proyecto de las cuatro libertades se ha unido el ambiente de distensión en el Viejo Continente. La CE cobra un mayor protagonismo frente al Este, ilustrado en el acuerdo que firmarán el 25 de junio la Comunidad y el Comecon. Esta distensión es, para países tradicionalmente neutrales como Austria o Suecia, una oportunidad para estrechar sus lazos con la Comunidad. Viena podría solicitar el próximo año su pleno ingreso.

Los países de la EFTA (Asociación Europea de Libre Cambio, formada por Suecia, Finlandia, Suiza, Austria, Noruega e Islandia) y los doce de la CE decidieron en 1984 avanzar hacia la creación de un Espacio Económico Europeo, y si no de adhesión, sí hablan de integración. Desde entonces la CE ha avanzado y se ha planteado el objetivo del mercado único para 1992.

Para los países de la EFTA, intensos exportadores, el mercado de los doce es absolutamente crucial. Para la CE, los países de la EFTA son más importantes comercialmente que Estados Unidos y Japón juntos.

Si todos los países de la EFTA quieren beneficiarse del gran mercado europeo, algunos se plantean ir más allá y estudian la adhesión; de no ser miembros, no podrán participar plenamente en el complejo proceso de toma de decisiones en la CE -salvo para consultas- y se tendrán que adaptar a las normas que decidan los doce. El quedarse fuera plantea ya problemas: por ejemplo, los suecos quieren participar en el programa de intercambio de estudiantes Erasmus, según indican medios comunitarios. El principio de este programa es que cualquier estudiante que participe en él podrá luego trabajar en cualquiera de los países que participan en Erasmus. Y Suecia parece que lo acepta.

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Si se reconoce que "hay que responder a las preocupaciones del exterior", el espíritu que predomina en la Comisión es que resultaría peligroso llevar a cabo nuevas adhesiones antes de 1992, y los posibles aspirantes también lo entienden. La prioridad en la CE está en relanzar la máquina en base, según medios comunitarios, al "acuerdo de los agentes económicos y sociales sobre los objetivos del relanzamiento europeo". Y "si el éxito atrae más éxito, mejor".

Lo que se busca, tras las experiencias traumatizantes de anteriores ampliaciones de la CE, es buscar vínculos desde fuera que no sean necesariamente de adhesión, pero que cubran todo tipo de campos, como el comercio, la tecnología, la cultura, los transportes o el medio ambiente. De hecho, este tipo de cooperación está ya en marcha. Después de todo, indican medios comunitarios, los doce no tienen el monopolio de la historia de Europa".

Nuevas ampliaciones de la CE plantearían la necesidad de reformas institucionales, señalan medios comunitarios para los cuales "era más fácil a seis países decidir por unanimidad que por mayoría a doce". Las mismas fuentes reconocen, sin embargo, que sin pleno ingreso tampoco se puede ir muy lejos.

La oferta austriaca de ir asumiendo internamente por su cuenta la legislación comunitaria equivale, según fuentes de la Comisión, a lo que sería un periodo transitorio de adaptación tras la adhesión. Por ello, el ingreso, si se produce después de 1992, podría ser rápido.

Algo similar ocurre con Noruega, país que en 1972 rechazó por referéndum el ingreso, pero cuyos agentes económicos parecen cada vez reclamar más el replantearse aquella negativa. Según fuentes comunitarias, la primera ministra noruega. Gro Harlem Brundtland, ha hablado ya con autoridades comunitarias de la posibilidad de un pleno ingreso de su país en la CE, algo que se planteará en debate público después de las elecciones del año próximo, según estas fuentes.

Brundtland habría pedido que cuando llegue el caso se evite una larga "negociación a la española", pues los noruegos no lo entenderían y se podría provocar una reacción de rechazo en la opinión pública. Algunos medios comunitarios hablan incluso de la posibilidad de que no haga falta un nuevo tratado sino que baste adaptar el acuerdo de adhesión de 1972, que frustró el referéndum.

Cinturón neutral

Algunos países excluyen el ingreso por considerarlo incompatible con su política de neutralidad, tanto por el carácter supranacional de la Comunidad como por el desarrollo de la llamada cooperación política por la cual los doce podrían llegar a una política exterior común. Éste es el caso de Finlandia y de Suecia, por no hablar de Suiza, que incluso considera incompatible su estado con la pertenencia a la ONU. No obstante, el Gobierno finlandés habla de integración y hace hincapié en que la neutralidad no es un término de política comercial.

Ninguno de los países neutrales de la EFTA se plantea abandonar su neutralidad. Pero Austria está estudiando si podría ingresar a pesar de todo. Según fuentes diplomáticas austriacas, en un primer examen, las únicas incompatibilidades que surgen se refieren a la posibilidad de sanciones comerciales por parte de la CE contra algún país tercero. La misma fuente estima que la neutralidad de Austria es algo que sólo los austriacos deben interpretar, y rechaza la idea de que haya estados garantes (EE UU, Francia, Reino Unido y la URSS) a raíz de la decisión sobre la neutralidad de 1955. Según fuentes ministeriales suecas, la CE tendrá que encontrar una fórmula de participación para el cinturón de países neutrales que quedará una vez admitida Noruega, y que de hecho llevará a un mercado único a dieciocho.

El deseo secreto de algunos de estos neutrales es que la CE no sirva de plataforma para una Unión Política y que los temas de cooperación política y de seguridad se traten a fondo en el seno de la más reducida UEO (Unión Europea Occidental).

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