Reagan veta la ley de Comercio aprobada por el Congreso

Ronald Reagan, tal y como había prometido, vetó ayer la gigantesca ley de Comercio aprobada por el Congreso con el objetivo de defender la competitividad de la economía norteamericana, lastrada por fuertes déficit de su comercio exterior y fiscal y dañada por lo que se considera aquí una "injusta" competencia internacional. La decisión presidencial significa en la práctica que el Parlamento tendrá que redactar una nueva ley que no contendrá el elemento que ha provocado la negativa de Reagan a firmar esta legislación: que las empresas den un preaviso de 60 días a sus trabajadores en caso de cie...

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Ronald Reagan, tal y como había prometido, vetó ayer la gigantesca ley de Comercio aprobada por el Congreso con el objetivo de defender la competitividad de la economía norteamericana, lastrada por fuertes déficit de su comercio exterior y fiscal y dañada por lo que se considera aquí una "injusta" competencia internacional. La decisión presidencial significa en la práctica que el Parlamento tendrá que redactar una nueva ley que no contendrá el elemento que ha provocado la negativa de Reagan a firmar esta legislación: que las empresas den un preaviso de 60 días a sus trabajadores en caso de cierres y despidos masivos.

La Cámara de Representantes se disponía ayer a votar para superar el veto y cuenta con votos suficientes para hacerlo. Pero en el Senado la oposición a Reagan no tiene fuerza para pasar por encima del veto. Reagan, al anunciar que no acepta la ley, utilizó un lenguaje moderado y la promesa de que firmará una legislación muy similar despojada de los aspectos más conflictivos de esta ley. Aunque la ley tiene un carácter proteccionista, no va tan lejos como deseaban importantes sectores de la opinión pública y de la clase política.La legislación vetada, pero que será aceptada definitivamente con una nueva formulación que respete sus actuales elementos básicos, es un compromiso alcanzado tras meses de negociación para abrir los mercados mundiales a los productos norteamericanos, responder a los "abusos" de los países que inundan EE UU con sus importaciones y ayudar a las industrias y a los trabajadores estadounidenses perjudicados por prácticas comerciales "injustas".

La ley, y estos aspectos se mantendrán en la nueva legislación, requiere al presidente para que actúe con más vigor que hasta ahora contra los países que impongan barreras comerciales a los productos norteamericanos. Le autoriza a adoptar represalias contra las exportaciones de esas naciones excesivamente competitivas y a investigar a los países que dificultan la entrada de los productos de EE UU.

Mejora el déficit

El presidente ha tenido suerte y ganará probablemente este pulso con el Congreso gracias a las sorprendentes últimas cifras del déficit comercial, que en marzo registró un fuerte descenso del 30% respecto a febrero. Estos datos, que reflejan un incremento espectacular de las exportaciones, han arrebatado argumentos a los sectores más proteccionistas que llevan meses empujando a la Casa Blanca a adoptar una política comercial más agresiva.El presidente invitó ayer al Congreso a reescribir la fórmula de la advertencia previa del cierre de factorías y sugirió que aceptaría que aparezca en la nueva ley comercial, pero sólo como una declaración del Legislativo, no como un imperativo legal. El presidente considera esta cláusula como una injerencia del Gobierno, que contradice toda su filosofía del libre mercado.

Con esta posición Reagan se ha enfrentado con los demócratas en un año electoral en el que la garantía para los trabajadores de la notificación con dos meses del cierre de sus empresas es popular. Dukakis está dispuesto a utilizar este arma contra el candidato republicano George Bush. Los republicanos estaban preocupados también por la firmeza del presidente en esta cuestión, que puede costarles muchos votos de blue collars (obreros industriales) que, en 1980 y 1984, fueron decisivos para elegir a Reagan.

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